El flechazo del final
Y finalmente terminó. Después del muy promocionado estreno de la segunda y última parte de la tercera entrega de la saga, terminó “Los juegos del hambre”. Katniss Everdeen y sus amigos revolucionarios dejan el cine con la misma espectacularidad que mostró la franquicia en sus partes anteriores. Solo que esta vez se nota que haber dividido en dos al último libro no le aportó nada a la trama, pero sí a la taquilla que, hasta ahora, lleva recaudados 2.300 millones de dólares en todo el mundo en cuatro años. En ese tiempo Jennifer Lawrence acompañó el crecimiento de su personaje. La adolescente de 2012 no pierde su nobleza y su determinación, pero está endurecida. Tanto que decide sin más matar al presidente Snow, el dictador que tuvo a su cargo Donald Sutherland, tan empeñado como ella en eliminarla. Será la guerra final en la que los Distritos de Panem se unen para acabar con el sistema opresor. Y allí va Katniss a hacer justicia por mano propia sobre el culpable de toda su tragedia, en una guerra desigual y con un guión que da un salto mortal al final, entre tramos de acción extrema y otros de extrema morosidad. Y que también refieren lo peor del poder sin límites: la demagogia, la hipocresía, la manipulación. La trilogía también tuvo otros elementos. Por momentos fue arquetípica, pero en el final, políticamente incorrecta: Katniss, al principio una chica pacífica, ya solo quiere matar, vengar a sus muertos. Y, como muchos filmes de superhéroes tuvo algo de anacrónico, con dos bandos bien diferenciados entre buenos y malos que avanzan hasta que uno vence al otro. Sin embargo, el cine tardará en lanzar otra heroína tan convincente y rentable como Katniss Everdeen.