CONCIENCIA CON CINE
Una voz en off un tanto poética y molesta nos pone en situación sobre lo que vamos a ver en el documental: un relato sobre la forma en que nuestra conexión con la naturaleza termina siendo nociva y hacia dónde deberíamos ir; o tal vez volver, porque en definitiva la clave parece estar en los orígenes de la humanidad y no tanto en ese difuso horizonte al que nos dirigimos. Por suerte, el documental de Juan Baldana abandona rápido esa voz en off y se propone a resumir a partir de la imagen, que encuentra en el montaje paralelo no solo una manera de darle ritmo interno al relato, sino también una homogenización a la experiencia que lleva adelante un grupo de ambientalistas en la yunga jujeña, dictando cursos y asistiendo a los pobladores sobre métodos de producción natural que conectan además con la posibilidad de hacer de eso una fuente de ingresos.
Sintientes carece de un marco explicativo. No nos indica enfáticamente quiénes son esas personas que instruyen a los pobladores ni cómo llevan adelante su tarea. Elude la parte institucional y va a fondo sobre los cursos que dictan y los métodos de aprendizaje: formas ecológicas de tratar residuos; construcción con barro; producción de indumentaria; alimentos y esencias naturales; alfarería; apicultura. Las tareas y las enseñanzas son múltiples, y todas tienen un mismo motivo: las materias primas con las que se trabaja están todas ahí, en la naturaleza que rodea a la población. Y el fin, que no elude lo material y es eminentemente económico (porque no hay ingenuidad al respecto), apunta a construir economías sociales y regionales, producciones autóctonas centradas en una forma de trabajo colaborativa, única e intransferible.
A pesar de que los métodos de aprendizaje están siempre presentes en el documental, Baldana deja de lado cualquier didactismo para apuntalar lo empírico, la comprobación enfática de que otras formas son posibles. Los discursos, que solo están en el prólogo y el epílogo, dan lugar a la puesta en práctica y a la evidencia: se elude el testimonio a cámara o el busto parlante. En eso es fundamental el montaje: las imágenes se suceden sin un orden cronológico, ni siquiera se distingue por actividad. El ordenamiento es fragmentario, integrando una especialidad con la otra, como una masa de ideas y aportes que hacen sistema. Es eso lo que le da sentido a la experiencia, pero fundamentalmente al registro de esa experiencia. Porque Sintientes no solo busca generar conciencia desde el espíritu bienpensante, sino que sabe que el cine es también un espectáculo que hay que alimentar. El documental de Baldana es el registro de esos cursos y talleres, pero también una película estimulante sobre los procesos educativos.