El documental de Sebastián Lingiardi sobre la cultura wichi se estrena este jueves en el Gaumont.
En el Chaco salteño, vive el grupo étnico llamado wichí conformado por matacos, chorotes y chulupí, con modos de vida antiquisimos y relatos orales que comienzan a perderse. Sip´ohi, la zona a la que se refiere el título de la película debe su nombre a uno de estos mitos, una hondanada en el río Bermejo donde abundaba el pez sipo
La única voz del wichi Gustavo Salvatierra va guiando la narración a través de planos de tiempos lentos y alegorías mitológicas que tienen su transposición a los miserables tiempos actuales: “Nosotros somos como el zorro y la gente blanca se parece al tigre que duerme con la panza llena, mientras el zorro espera sentadito”, por ejemplo. “Nuestro idioma cuando se va por más sencillo que sea nos lleva lejos”.
Narrado desde dentro, este documental de rescate propone en un poco mas de una hora asomar a una de las tantas culturas indígenas fagocitadas por la contemporaneidad, maltratadas por su violencia, elige este punto de vista con la clara intención que sea el puntapie inicial para un reconocimiento hecho desde el seno mismo de su cultura. “Los jefes aconsejan no hablar si no hay reconocimiento”, cuando la historia del audiovisual ha visto a estos pueblos históricamente como objetos y no sujetos de su propia creación.