El ataque de los efectos digitales
En Skyline, la invasión, se luce el know-how de sus directores en materia de CGI
Considerados dos de los máximos artistas en el universo de las imágenes generadas por computadora (CGI en la jerga profesional), los hermanos Strause fueron responsables de algunas de las secuencias más espectaculares de Avatar, 2012, X-Men, Iron Man 2, El curioso caso de Benjamin Button y 300 , entre más de 60 títulos. Como directores, en cambio, sólo filmaron hasta el momento dos largometrajes: Aliens vs. Depredador 2 y ahora Skyline: La invasión .
Producción independiente de bajo presupuesto (10 millones de dólares en total, lo que gasta James Cameron en un par de jornadas de filmación), Skyline: La invasión es una típica historia de cine-catástrofe con tono épico y look apocalíptico sobre -otra vez- extraterrestres devastando la Tierra para, en este caso, alimentarse de los cerebros humanos.
Ni el guión (tan correcto como previsible) ni los actores (carilindos e inexpresivos surgidos en su mayoría de series televisivas) son particularmente destacables, pero la historia funciona bastante bien en los términos en que está planteado: un film con espíritu casi bizarro propio del cine de clase B, pero -en el principal logro de todos- con un despliegue visual que muchas superproducciones de los grandes estudios envidiarían: las inmensas naves invasoras, los alienígenas (robots que se asemejan a gorilas o arañas), las calles de Los Angeles destruidas, los humanos abducidos? todo luce creíble e impactante.
Mérito de los hermanos Strause, que pusieron todo su know-how técnico y creativo para suplir la modestia de recursos. En este sentido, el resultado es parecido al de Sector 9 , otro film de ciencia ficción y terror que consagró al sudafricano Neil Blongkamp.
La trama, quedó dicho, es lo menos importante. Hay una pareja de neoyorquinos que llega a Los Angeles invitada por un amigo que vive a todo lujo. Ella está embarazada y a él lo sorprenden con una oferta laboral para que se instale en California. Pero a los pocos minutos empieza -sin que se sepa muy bien por qué- la ofensiva extraterrestre y, así, los dos protagonistas y un puñado de vecinos deberán resistir los ataques dentro de un rascacielos. El film, por supuesto, es derivativo de muchos otros ( Alien, Día de la Independencia, Guerra de los Mundos ), pero su falta de ambiciones desmedidas, su espíritu lúdico y sus hallazgos estéticos resultan suficientes como para compensar las limitaciones dramáticas y los lugares comunes de su propuesta.