[REVIEW] SLENDERMAN.
Un personaje creado para aterrorizar a los internautas, allí por el 2009, tiene por fin su propia película. Y adivinen qué: Sí, no da nada de miedo.
Slenderman fue creado en 2009 por Victor Surge, un aficionado al terror en un famoso “foro” llamado Something Awful. Hecho como un experimento de photoshop, fue tomando fuerzas hasta ser el Creepypasta definitivo y volverse un hito de la cultura pop y una verdadera leyenda urbana. Surge bebió influencias de sus escritores de horror favoritos para la creación de tal personaje: HP Lovecraft, Stephen King (específicamente sus cuentos), las fantasías surrealistas de William S. Burroughs y, además, un par de juegos del género survival horror como Silent Hill y Resident Evil.
Slenderman pasó de ser una creación “de nicho” a un fenómeno mundial. Las características son reconocidas por cualquier ávido a la internet: tiene un rostro blanco, sin rasgos y parece que está vestido con un traje oscuro y corbata. Slenderman está asociado al bosque y tiene la habilidad de tele-transportarse. La proximidad al Slenderman se dice a menudo que desencadena la «enfermedad Slender»; un rápido inicio de la paranoia, pesadillas y delirios acompañadas de hemorragias nasales.
El mito es tal que en 2014 dos niñas de 12 años en Wisconsin apuñalaron a otra de la misma edad alegando que Slenderman “las observaba, podía leer sus mentes, y teletransportarse”. Este caso originó el muy recomendable documental de HBO “Beware the Slenderman (2016)”.
Para los neófitos que no sabían de la existencia de esta especie de leyenda urbana, hecha está la introducción. Ahora, si están dispuestos a ir al cine a ver “Slenderman (2018)”, aquí está mi opinión:
El film dirigido por el francés Sylvain White peca de llegar bastante tarde con una fórmula vista cientos de veces ya en el género; un grupo de adolescentes se junta en una casa, invocan a una entidad sobrenatural por medio de un video con imágenes perturbadoras y este ente luego las acecha por cualquier vía tecnológica que haya hasta matarlas. Si estabas pensando en, por ejemplo, “La Llamada (The Ring, 2002)”, no te equivocas. Pero estamos en 2018, el terror ya pasó por la manos de James Wan para reinventarse y “Slenderman” no es siquiera un slasher decente.
Así de chato es el guión. Dentro de lo previsible, no hay tantos jumpscares como para, aunque sea, disfrutar de un buen grito en la sala de cine, la atmósfera que crea el gran Ramin Djawadi con su banda sonora es desaprovechada poco después de comenzar el metraje, en un repetitivo leit motiv que pierde fuerza con el correr de los minutos. Y si hablamos de desaprovechamientos, el de Javier Botet es imperdonable: un actor que hace de sus criaturas una verdadera pesadilla no llega a identificarse nunca ya que parece que la mayoría de los momentos del Slender son CGI (malos).
Slenderman podría hablar de los Shadowman. Podría hablar de la soledad en la adolescencia y sus adicciones. Podría incluso ser una alegoría sobre los secuestros de jóvenes y la trata. Pero se queda a medio camino en el cliché viejo y pasado de moda de films similares que lo hicieron mucho mejor. Hace 15 años atrás, mínimo.
Quizás otra cosa más destacable sea la actuación de Joey King, la actriz de El Stand de los Besos, quien muestra una versatilidad en un papel totalmente diferente al que nos tiene acostumbrados. De las demás actuaciones mejor ni hablar. Un film que pudo haber tenido muchas buenas intenciones, pero llega tarde y no se nota el esfuerzo por hacer un producto siquiera mediocre.