El cuco virtual.
Anissa Weier y Morgan Geyser, quizás el nombre no nos diga mucho pero asociado a un asesinato de una niña, Payton Leutner en un bosque como ofrenda a un ser siniestro, cambie el panorama. Lo cierto es que este hecho verídico involucró a dos niñas de doce años de Wisconsin, quienes apuñalaron diecinueve veces a otra amiga y nombraron a Slender man, una suerte de cuco creado por las leyendas urbanas de las redes sociales y que se caracteriza por raptar niñas cuando lo invocan, o al menos dejarlas tan perturbadas que son capaces de cometer atrocidades como ofrenda.
El Hollywood de esta última época hace de todo lo medianamente popular una fuente de ingresos extra y por ello no sorprende esta propuesta de terror, que no aporta absolutamente nada novedoso al género.
La paranoia adolescente también es un buen pretexto para engrosar las arcas a expensas de un público ávido de consumir estas historias básicas, donde los gritos y el efectismo suplen ideas interesantes en los guiones.
Slender man no tiene rostro, es flaco y tiene tentáculos. Aparece en el bosque o incluso entre alucinaciones, y sus víctimas son adolescentes como las de esta película dirigida por Sylvain White.
Por momentos funciona la idea del rumor que encuentra en la multiplicación de las redes sociales un efecto más intenso que el que se generaba desde la transmisión oral de alguna leyenda urbana. Es decir, que lo que origina la acción de esta historia de terror es tan viejo como la idea de control social, a partir de la representación de algún monstruo represor.
No obstante, el film en cuestión no pasa del susto y del efecto. Seguramente encuentre su público, aunque todavía en cartelera se pueden elegir mejores películas del género.