Los buenos chicos llegan últimos
Peanuts, historieta dibujada por Charles Schulz y publicada por primera vez en 1950, es la base de esta película de Steve Martino, que llega a manera de conmemoración de los 65 años que pasaron de aquella primera publicación.
Charlie Brown y Snoopy son parte del imaginario colectivo de la cultura estadounidense y mundial, comparable a lo que hoy son los superhéroes de Marvel y DC (o lo que nunca ha dejado de ser Mickey Mouse), y su amplia influencia es aún fácilmente reconocible. De hecho, en Argentina Mafalda parece una variación de la historieta de Schulz, por las similitudes de tono y de tipo de personaje que desarrolla Quino; y también podemos observar su influencia en algunas tiras de Liniers. No nos dejaremos aquí llevar por la tentación de decirle ladrón al pésimo humorista que es Nik.
Como primer acierto del director Steve Martino -que con sólo haber hecho Horton y el mundo de los Quién (2008), acumula más triunfos que el Martino que dirige Selección-, debemos señalar la elección del tipo de animación que muestra la película. Una combinación de animación por computadora con elementos de la animación tradicional, que también contiene algunos trazos similares a los que podríamos ver en la historieta, como las cejas o las líneas de movimiento. Martino juega con los escenarios en dos dimensiones propios de la serie de televisión de Peanuts, como podemos ver en la escena del baile en la escuela. Desde estas elecciones estéticas, el director empieza a configurar su película, que es entretenimiento y homenaje por igual.
Snoopy y Charlie Brown: Peanuts, la película incluye una cantidad de pequeños chistes recurrentes de la historieta (como Charlie haciendo terapia con Lucy o intentando sin éxito remontar un barrilete) alineados con la trama principal, que es acerca de Charlie luchando contra sus inseguridades para lograr conquistar a la niña nueva de la clase. Al mismo tiempo, vemos una subtrama con Snoopy imaginando un melodrama épico de aventuras y romance. Ambas tramas, finalmente, terminan funcionando como complementos, aunque no durante todo el metraje. Hay momentos donde se pierde la historia de Snoopy en pos de seguir avanzando con la de Charlie Brown. Esto, junto con cierto apuro de Martino por acelerar el ritmo de un film que quizás no lo necesitaba, son las principales críticas que podemos hacer de la película.
Charlie Brown, ese melancólico irremediable, es una de las criaturas mas queribles sobre la faz de la tierra. Es uno de los pocos personajes cuya bondad de base es inalterable y por ahí radica su secreto. Charlie Brown se deprime pero nunca abandona, es inteligente y muy consciente de sus limitaciones, pero jamás interpondría su interés por encima del de los demás. Incluso, Charlie Brown es quien hace lo correcto aunque esto atente contra sus sueños. Esta es la exaltación melancólica y moral que hace la película de Peanuts, y es también su principal acierto, su forma de rescatar parte del espíritu de la historieta de Charles Schulz.
Todos sabemos que los buenos chicos llegan últimos, pero llegan, lo cual no es poco.