Snowden, la nueva película de Oliver Stone.
Snowden es un recorrido por la vida del ex empleado de la CIA y la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) que en el año 2013 reveló desde la habitación de un hotel de Hong Kong, como los gobiernos de George W. Bush y Barack Obama había creado y puesto en práctica, programas de vigilancia y control para espiar al mundo entero.
La realidad trasladada al cine suele ser más atractiva que lo que verdaderamente sucedió. En el caso de Snowden, el ritmo es pausado, demasiado medido para las implicancias que resultan de lo revelado. Snowden parece ser un nerd al que el entorno lo excedía y que dejó todo por amor. La historia de un hombre que no podía contarle ni a su novia de que se trataba su trabajo y que termina contándole todo al mundo entero. Y ese todo implica el atropello de grupos armamentistas, financieros y energéticos que en nombre de la lucha contra el terrorismo arremeten contra todos los derechos individuales. Y eso sucede con la anuencia del estado.
El problema de Snowden (la película) es que no consigue insuflarle un aire que logre algo más a lo ya brindado por Citizen Four, documental que es recreado en este film, sin brindar más amplitud a algunas de las personas involucradas, la documentalista que registró todo lo que Edward Snowden quiso contar (Laura Poitras, interpretada por Melisa Leo) ni a los periodistas, Glenn Greenwald y Ewen MacAskill, en un hecho que fue una revelación a escala planetaria. Se queda en la unidimensionalidad de un personaje que da a conocer algo que es muy complejo y a la vez muy sencillo de sintetizar: el estado vigila la intimidad de tus actos, tus e-mails, tus búsquedas en internet, te escucha, te investiga y hasta puede espiarte a través de la cámara de tu notebook.
Joseph Gordon-Levitt resulta eficiente como Snowden, así como también Shailene Woodley como su novia. Y otros puntos altos del elenco son Rhys Ifans , como el director de inteligencia y Nicolas Cage en la piel de un antiguo mentor de Snowden.
Oliver Stone supo dotar en otras épocas de mayores dosis de tensión y paranoia, con JFK como su punto más alto, pero no consigue en este caso ponernos al borde de la butaca.
En Snowden agrega un ladrillo más en la construcción del desencanto del sueño americano, arremete contra los servicios de inteligencia, contra la hipocresía política y contra la responsabilidad de los medios de comunicación, pero todo parece tibio. Raro en un cineasta que en otros tiempos parecía llevarse todo por delante y hoy calcula cada paso que da.