Más allá del humor infantil
La existencia de un cine netamente comercial en varias regiones de Latinoamérica ha estado siempre presente, en todos los tiempos y circunstancias, más allá de la censura, crisis económicas o de exhibición. Su fin comercial, con anclaje en la televisión (de donde toma su razón de ser), lo excede de problemas de financiación. Lo que no se entiende es el motivo de desgano de productores al no brindarle herramientas a quienes aportan sus ideas (Fabián Forte y Nicanor Loreti en este caso), con el fin de hacer un producto de dichas característica -pasatista, intrascendente y de entretenimiento-, pero no necesariamente impresentable.
La segunda parte de Socios por accidente (2014), la comedia de acción protagonizada por José María Listorti (también productor) y Pedro Alfonso, es aún más floja que su antecesora. El guion no es lo suficientemente sólido –se nota que cada escena conduce de manera forzada a un chiste sin ningún otro sentido narrativo- y su producción es tan precaria que se hace evidente en pantalla.
Esta secuela introduce a Luz Cipriota a la trama como la infantil y hueca novia de Matías (Listorti) que discute con su hija ya adolescente. El tipo, excesivamente estúpido (resabio de la primera), está posicionado como traductor del embajador ruso (Mario Pasik) amenazado de muerte por terroristas. Tal motivo justifica un viaje a la provincia de La Rioja donde el diplomático dará un discurso. Ante el eminente atentado aparece el agente secreto de Interpol que interpreta Alfonso para evitar el crimen.
Listorti y Alfonso vuelven a la acción, en el medio quedan su hija, novia e infinidad de personajes provenientes de la televisión que hacen un pequeño aporte. Sin dudas lo mejor de la película. A saber, Gabriel Schultz como un guardia de seguridad, el comediante Martín “Campi” Campilongo como un viejo médico –el más divertido-, Anita Martínez, Cristián Sancho, Daniel de la Vega, el mismo Fabián Forte, y muchos más. En este punto la película se presenta como una serie de sketch televisivos al mejor estilo Sin codificar.
Pero no todo es color de rosa, porque más allá del humor básico y burlón dirigido a niños muy pequeños, tenemos una producción que carece de los elementos mínimos para solventar un producto digno. Basta ver algunas escenas mal resueltas como el escaso público en el boliche reconstruido –evidentemente- con ocho personas, para entender que los productores apostaron por la franquicia y olvidaron darle consistencia argumental y económica al asunto.
Socios por accidente 2 (2015) es un producto descuidado sin ninguna necesidad. Si bien no es -ni anhela ser- una gran película podría haber sido una efectiva comedia de aventuras. Pero incluso para eso se queda a mitad de camino, pudiendo ser mucho mejor de lo que es, teniendo en cuenta sus pocas pretensiones. Así y todo, nada quita que sume medio millón de espectadores.