Si el año pasado Socios por accidente parecía una película (era fallida, no funcionaba pero había una intención seria de contar algo interesante, aunque erraba el tiro), esta segunda parte es directamente un producto de apuro, hecho para aprovechar que no habrá entradas para todos los estrenos grandes de vacaciones de invierno. Quizás el negocio funcione; el cine quedará para otra ocasión.