La gracia del primer film fue un accidente
Contra lo que se temía, la primera película de este equipo resultó mejor de lo esperado. Contra lo que se esperaba, la nueva resulta mucho menos atendible. Se aplica para ella la clásica frase: "Nunca segundas partes fueron buenas". Dicha frase acepta unas cuantas excepciones, pero éste no es el caso.
¿En qué falla? El público menudo sigue queriendo a los personajes del traductor ruso y el agente secreto, sus madres y hermanas mayores quieren a los actores, se pasa el rato sin exigencias, es cierto, pero falla la poca gracia de los chistes, fracasa el mínimo suspenso, la intriga es demasiado previsible, falta el elemento sorpresa, también falta un malvado que realmente cause miedo y risa a los chicos, y sea digno de memoria, y la malvada, la mujer fatal rubia, mimosa y traicionera, figura clave de la historia, es medio blandita, y encima decepciona a padres y niños mayores con un atuendo que parece sugestivo, pero es casta y deliberadamente restrictivo.
A su favor, la rubia está encarnada por Luz Cipriota, y tiene una de las mejores frases: "¡Una selfi con las monjis!", que ya está en el tráiler. Y el popular Campi (por Campilongo) tiene el personaje más gracioso: un médico campechano, bien de provincia, insertando regionalismos en cada línea. Lástima que aparece una sola vez. En cambio, las "monjis" aparecen varias veces, pero cada vez con menos gracia. Y no tienen un buen remate, lo que las hubiera salvado. Por encima de estos reproches, seguramente el año próximo habrá una nueva aventura de estos socios accidentados. Y con el tiempo las nuevas generaciones recordarán a los protagonistas como héroes de su pervertida infancia. Ya lo dice la cancioncita de los créditos finales, "Socios por accidente,/ ¡qué loca está la gente!" Rodaje en Capital Federal, Chilecito y Aimogasta, con aporte de Campi Locaciones (por Campitelli).