Buen retrato de la “flogger” más famosa
«In Argentina, a Camera and a Blog Make a Star», titulaba el «New York Times» hace poco más de dos años una nota sobre el suceso de Agustina Vivero, (a) Cumbio. Hasta ahí había llegado la fama de esta chica, una de las primeras famas surgidas exclusiva y espontáneamente a través de internet en cualquier parte del mundo. Por raro que parezca, un día la chica se sentó, empezó a hacer amistades virtuales, pocos años después empezó a armar reuniones para verse las caras reales, y descubrió su gran poder de convocatoria. A su vez, la descubrieron la tele y los comercios, y el público descubrió la palabra flogger.
Para entonces, Cumbio tenía 17 años, 29 millones de visitas a su fotolog, clubes de fans, hasta mil dólares semanales por hacer presentaciones en fiestas floggers que ella misma impulsaba en determinados locales, un contrato con una firma internacional para pasear una línea de ropa, y hasta una autobiografía. Era una simple adolescente como cualquier otra, pero poco de esto hubiera pasado sin su particular carisma, y, especialmente, sin su particular sentido común, que la diferenciaba de tantas otras criaturas de su edad.
Tampoco hubiera pasado, hay que reconocerlo, si un experto en mercadotecnia no se hubiera acercado a ella en el momento oportuno.
Este documental de Andrea Yannino la sigue en su paso hacia los 18 años, haciendo chiquilinadas como corresponde a su edad y también diciendo cosas lúcidas, bien serias, en entrevistas y charlas públicas en escuelas, donde ya dio impulso a un mejor diálogo entre adultos y adolescentes, sobre todo en materia de asuntos sexuales que a ciertos medios les encanta escarbar. El documental sigue también a sus padres, dos personas sencillas que la acompañan con mucha paciencia, amplio sentido de la contención familiar, y aún mayor sentido del humor. Muy criollo el hombre, de gran aguante la mujer, correntinos los dos. Otros miembros de la familia mantienen perfil bajo.
Detalle interesante, que hace más valorable a la chica: en cierto momento, Cumbio se niega a hablar de lo que no sabe, y eso que es un personaje mediático. Buen testimonio.