Cuando la muerte sigue tus pasos
“Llamo para decirte que en cinco días vas a morir”. En chiste o en serio, esa frase perturba, cambia el eje, eriza la piel, hiela la sangre. Una amenaza telefónica irrumpe en la vida de María Teresa (la ibérica Ariadna Gil), jefa de personal de una empresa, y quien -aunque parezca algo insensible y distante- debe convivir con el sufrimiento.
Su memoria intenta esconder un pasado turbio: un accidente automovilístico que marcó su vida. Pero no como víctima, sino como victimaria. Atropelló a una mujer embarazada, estando alcoholizada, y escapó. Selló su destino y disparó una persecución mortal.
Sola contigo atrapa desde el comienzo. Por más que desarrolle una idea ya explotada (el acoso telefónico), el argumento abre laberintos misteriosos donde se despliegan personajes singulares. Está Alberto (Antonio Birabent), el pedante jefe de Teresa y antiguo pretendiente, que parece obsesionado por ella. También Ezequiel (el chileno Gonzalo Valenzuela), un playboy que seduce mujeres solas en los bares para luego estafarlas. Y también Flor (Sabrina Garciarena), la incondicional secretaria de María, fiel, aunque metida. Todos están en la mira.
La actriz española es lo mejor de la película, ella carga con toda la tensión y emoción, si ella fracasa, el filme también. Su rostro perturbado y manejo de los tiempos es creíble y sostenido a pesar de lo predecible del argumento.
La película, desde la segunda mitad, se torna repetitiva, se sabrá cuándo sonará el teléfono, quien hablará y qué dirá. La distorsionada voz en off intimida desde su timbre gutural y marca los tiempos de un filme que, cuando parece bajar por un tobogán, aparece Esteban Fuster (Leo Sbaraglia, el otro protagonista). El asume un jugoso doble rol: justiciero-acosador quien investiga a María y la sigue (a una distancia polémica) para dar con esa voz telefónica que sofoca a la mujer y lleva hacia un interesante plano de redención.
En este filme de Alberto Lecchi (director de las series de TV Nueve lunas y Mujeres asesinas) los actores secundarios están encorsetados al guión, rígidos al diálogo de un argumento que atrapa al comienzo y sorprende, y puede confundir, sobre el final.