Buen policial para no perderse detalle
Dos desconocidos establecen por chat un contrato para acabar con la vida de una mujer, causándole el mayor pesar posible en los días previos a su muerte. No sabemos quién paga ni quién ejecuta, y la verdad es que alrededor de la víctima hay más de uno que podría desearle el mal. Ella es una ejecutiva de rango medio, fuerte en la oficina, frágil y angustiada en su casa y en la calle, sobre todo cuando empieza a recibir llamadas amenazantes de alguien que le habla con voz distorsionada, y que evidentemente la está siguiendo.
Parece que los criminales la tienen fácil, porque ella ya viene quebrada y angustiada. Errores del pasado, el alcohol, una decisión judicial en su contra que afecta lo que más quiere, un homicidio culposo del que tardó en hacerse cargo, le pesan demasiado y la hacen ver como entregada, vencida por el destino y por la culpa. ¿Pero tanto como para dejarse matar? Eso ya lo veremos.
Cuidado, conviene atender cada detalle desde el primer minuto, eso es fundamental. Desde el primero hasta el último. Comprender además que bajo las vestimentas del thriller, con todas sus intrigas, hay un drama auténtico, de esos que obligan a reflexiones posteriores. Ya a su debido tiempo descubrirá el espectador sobre qué pueden ser esas reflexiones. Y aunque le pique la curiosidad, también conviene negarse a escuchar o leer el más mínimo "spoiler" que pueda revelar la trama (quizá previendo ese peligro, los responsables han difundido unas síntesis informativas algo engañosas, pero ninguna precaución es suficiente).
Sólo cabe anticipar que Ariadna Gil es protagonista absoluta y admirable, capaz de salir a cara descubierta mostrando la verdad de su personaje con impresionante fuerza actoral, que se trata de una obra de tensión interior y no de acción al gusto americano, que un asalto inesperado se representa tal como corresponde a la realidad, la música (casi otra protagonista) y la fotografia de tonos ominosos son de Federico Rivares y Carles Pedragosa, dos valores a tener en cuenta, y que otros personajes clave están a cargo de Sabrina Garciarena como empleada más que fiel, Leo Sbaraglia en rol de comisario intrigante, Gonzalo Valenzuela y Antonio Birabent.
Cuando todo haya ocurrido, si sale bien alguien se verá en aprietos, alguien saldrá de un aprieto, y otros dirán alguna cosa graciosa (para nosotros) para descomprimir la situación. En cambio, la última escena puede oprimir el corazón. Pero algo antes, Sbaraglia habrá dicho como si nada una frase digna de cualquier antología policial argentina: "Cada bala tiene su dueño. Eso no se puede parar. Sale con fritas".