Solar, de Manuel Abramovich
Por Mariana Zabaleta
El juego de los niños no tiene reglas rígidas, la única ley que impera es la improvisación que surge de la fuente de la imaginación. Jugar a ser otros es adoptar y “copiar” gestos, roles, registros del habla y el hacer. Mucho de ello se encuentra en la actuación, la dirección, el registro activo y, aparentemente objetivo, de la cámara da espacio a estas performances. Solar explota estos recovecos, el adentro y el afuera son simplemente un punto de vista, lo material y lo metafísico son el correlato de las fuerzas en tensión de la puesta.
La figura de Flavio Cacobianco parece la excusa, Vengo del sol se presenta como una experiencia familiar. La figura de una madre, fuerte presencia relatora, construye un nicho en la figura de sus hijos. Enigmática, compleja, y por momentos ruda, artífice apóstol señaló y compiló los dichos de sus hijos en el mencionado título. Repercusiones mediáticas de por medio, contemplamos archivo audiovisual que muestra los jóvenes niños siendo interrogados. Un presente nacional complejo, heridas de una comunidad que aun no podían ser tratadas quizás encontraron su consuelo en estos pequeños rostros mesiánicos.
No sabemos si Abramovich y Cacobianco se conocen de antemano, lo suponemos y buscamos los indicios en el trato. Al romper con la cuarta pared, la propuesta torna enigmático todo el entorno, la historia de una realización son los relatos de un colectivo: protagonistas y realizadores intercambian roles multiplicando el interés de la puesta. Solo se torna fluida la expectación si permitimos, en pleno uso de confianza, creer en la espontaneidad que se presenta. Nunca olvidamos que es un juego, lo que la cámara registra podrá ser mil historias.
SOLAR
Solar. Argentina, 2016.
Dirección: Manuel Abramovich. Guión: Fernando Krapp, Javier Zevallos, Manuel Abramovich y Flavio Capobianco. Fotografía: Manuel Abramovich y Flavio Capobianco. Edición: Anita Remón. Sonido: Sofía Straface y Julia Castro. Distribuidora: Cinetren. Duración: 76 minutos.