Imagínense a los tiernos 18 años, el mundo a los pies y listo para comenzar la verdadera vida. Imagínense que de pronto ese futuro prometedor se ve arrebatado por un arma que es entregada en las manos y una orden para pelear una guerra. Claro que imaginarlo casi no hace falta, sucedió, y la guerra se perdió. Esos chicos ahora son tumbas anónimas que permanecen silenciosas en el cementerio Darwin de las Malvinas. ¿Y con aquellos que pudieron volver? A ninguno le fue indiferente esa disputa, creo que existe cierta noción de lo que les sucedía a aquellos que regresaban, independientemente de si eran capaces de retomar o seguir adelante con sus vidas, o a los que ya no podían lidiar con su propia existencia y decidían poner punto final. Rodrigo Fernández Engler, en su debut como director, elige retratar uno de los momentos más oscuros y trágicos de nuestra historia de esta manera. ¿Qué importa la guerra? Miremos a los pibes, lo que fueron y lo que son.