Con todo el respeto que merece García Ferré por lo que ha hecho en la historieta y la animación argentina, uno se pregunta quién podría ver una gira turística por San Luis cuyo chiste básico es “uia, mirá a X”, siendo “X” una figura cualquiera de la televisión. El cine es otra cosa: después de Toy Story, un producto así es un anacronismo absoluto. El nacionalismo ramplón de la película, además, intenta imponerse en lugar de seducir: pésima estrategia.