Si el talentoso Manuel García Ferré hubiese dirigido sólo, como lo ha hecho siempre, la suerte de esta película hubiese sido otra. Atrás han quedado “Las aventuras de Hijitus” (1973), “Mil intentos y un invento” (1972), “Petete y Trapito” (1975), “Ico el caballito valiente” (1981), “Corazón, las alegrías de Pantriste” (2000), “Manuelita” (1999), entre otras.
Con esto no quiero desmerecer a Néstor Montalbano, quien ha demostrado su talento en “Soy tu aventura” (2003) y “Peter Capusotto y sus 3 dimensiones” (2011). Pero creo que la química de unir a un especialista de la animación infantil con un especialista en cine bizarro destinado a adolescentes, no funcionó. Tampoco es interesante mezclar los maravillosos personajes de Ferré con Soledad, Carlitos Balá, el Chaqueño Palavecino, Diego Capussotto y otros personajes de la televisión.
Aquí se intenta hacer un recorrido por distintos paisajes y locaciones donde intervienen con sus maldades la terrible Cachavacha, el profesor Neurus y los carismáticos Pucho y Serrucho, todos queridos personajes creados por Manuel García Ferré que ya forman parte de nuestro rico acervo nacional.
Este cronista, que se ha criado viendo las películas y leyendo las historietas de Larguirucho, lamenta que en ningún momento le haya causado ternura o remembranzas ver nuevamente en acción a esos personajes. Tampoco se entiende a qué público está destinado el film. Para la gran mayoría de los chicos de hoy Larguirucho no es un personaje familiar, en cambio sí lo es para los que tienen más de 30 años. Otro tanto ocurre con Balá.
Entonces la conclusión que nos queda es que pensaron que los padres de esos chicos de 5 a 10 años que podrían ver la película son esos cuarentones que se criaron con Larguirucho y Balá. Pero esto no es motivo de salvación de nadie. Intento fallido donde ni García Ferré ni sus personajes tienen la culpa.