Desventurada aventura
"En un lugar de la pampa de cuyo nombre si me quiero acordar, en un lugar chiquito, en el pueblo de Arequito, nació Soledad", algo así dice la inconfundible voz de Larguirucho para dar comienzo a una historia que, como El Quijote, pone un pie en la fantasía y otro en la realidad, pero que no alcanza la entretenida impronta aventurera del héroe de La Mancha.
La convivencia de los clásicos personajes animados de Manuel García Ferré con una de las voces más famosas de la canción popular podría haber sido una excelente oportunidad para ofrecer a grandes y chicos una buena comedia nacional y musical. Pero de la fusión de seres de tinta y carne resultó un híbrido dudoso, que oscila entre la estética rural y los fondos computarizados, con convenciones de pasaje no muy claras.
Y ese es uno de los problemas fundamentales del filme, el montaje y la superposición de escenarios, personajes y situaciones que por ligeramente resueltas resultan inconexas. La intertextualidad quijotesca de la apertura anticipa una sucesión de aventuras y embestidas motivadas por los obstinados celos de Cachavacha hacia una Soledad devenida en ídola infantil. A donde vaya la cantante irá el cuarteto delirante de Trulalá (a la bruja se le suman los conocidos Pucho, Profesor Neurus y Serrucho) a intentar sabotear los shows de la gira.
El tour tiene su funcionalidad, es buen motivo para llevar escenarios locales a la pantalla grande, pero lo que sucede en ellos carece de tintes fuertes de acción. Los recursos de animación, proclives a aumentar el dinamismo de las escenas, no están suficientemente explotados; del repertorio de canciones no todas son pegadizas y sale sobrando el Ave María; muchas de las actuaciones son tímidas; por momentos el maquillaje se asemeja al de un acto escolar; la apelación a la participación del público resulta fallida; los remates cómicos no siempre están logrados; y los actores experimentados no terminan de ser aprovechados.
Diego Capusotto, Guillermo Andino, Carlitos Balá, Pablo Codevilla y el Chaqueño Palavecino son parte del heterogéneo reparto y condimentan con sus apariciones los 80 minutos del filme que, aún con sus falencias, tiene chances de gustar. Muchos personajes queridos y el nombre de un director que conquistó a más de una generación con sus legendarias criaturas hacen de contrapeso, y del balance puede salir un mote justo: pasajera película de vacaciones. Una buena opción para ver sin criticar es apelar al mismo sentimiento con el que Soledad cier