Sencillez al estilo uruguayo
Un sargento músico, trompetista de la Banda de la Fuerza Aérea, es designado para representar a su unidad en ciertos festejos nacionales a realizarse en una base científica polar. La designación es un honor. El problema es que, para la misma fecha, el tipo tendría que estar participando en la última ronda de un certamen musical. El quisiera salir de la rutina y grabar un disco como cantautor. Es su sueño.
Si esto fuera una película norteamericana, el tipo haría una actuación via satélite desde el Polo, en comunicación oportunamente interrumpida por una tormenta, y, al volver, la Banda lo sorprendería tocando su tema, que ha ganado por afano y está en el top-ten. Los superiores lo felicitarían, un montón de chicas le pedirían autógrafo, y la más linda se iría con él, dentro de un plano general del destacamento con la bandera flameando a los sones de una marcha de John Philip Sousa.
Si fuera una película argentina como las que hacía Palito Ortega, pasaría prácticamente lo mismo, sólo que en vez del montón de chicas estaría toda la familia con la noviecita buena de siempre y, como cierre, detrás de alguna frase retórica, flamearía nuestra bandera a los sones de la hermosa marcha "Avenida de las camelias", del capitán Pedro Maranesi.
Pero ésta es una película uruguaya. Las cosas pasan con la sencillez sin alharacas ni triunfalismos de las películas uruguayas categoría minimalista, que es la que consigue los fondos holandeses. El muy serio sargento Nelson Almada, interpretado por Enrique Bastos, arriesga terminar en la Base Científica "General Artigas" sin haber luchado por su sueño, que es una canción melódica digna de una segunda oportunidad (hechos los arreglos del caso). Y el público arriesga irse sin escuchar siquiera la Marcha "San Lorenzo", de Cayetano Silva, que era uruguayo. Se oye algo de Sousa, Verdi, la Quinta de Beethoven en versión disco, un par de temas populares en las salidas de la Banda por el interior, ecos de las viejas retretas de pueblo. No mucho más. Por suerte, y con poco, la canción a concurso es medio pegadiza. Se llama "Destino (relato de amor)", la hizo el protagonista, y refiere el interés del intérprete por una adolescente, en vez de la bruja seca que tiene en su casa ("de mirarme una vez más,/ no responderé de mí).
El realizador, Guillermo Rocamora, cumple con lo suyo, dentro de la referida categoría minimalista. Más sentido del humor, más cariño, hubieran realzado la idea. Se agradece la plena participación militar, empezando por el capitán a cargo de la Banda, que también tiene sus diálogos, y la participación argentina, con Marilú Marini en rol de madre, Rita Terranova y Claudia Cantero en breves apariciones, gente de producción y una docena de técnicos encabezados por el sonidista José Luis Díaz.