Artemio Benki nació en París, desde 1992 está radicado en Praga, pero a fines de 2014 conoció en el hospital Borda a Martín Perino y supo que ese joven debía ser el protagonista de su primer largometraje. Perino comenzó a estudiar piano a los cuatro, a los diez ya dio su primer concierto y se perfeccionó con grandes maestros, ganó varias becas y hasta tocó en el Teatro Colón. Sin embargo, en medio de la creciente (auto)exigencia por sobresalir y alcanzar la perfección, fue diagnosticado con esquizofrenia e internado durante casi cuatro años en ese neuropsiquiátrico.
A los 35 años, Perino sale del Borda y la cámara atenta pero jamás intrusiva de Benki lo acompaña en su difícil tarea de volver al mundo real. Tras aquel trance marcado por la disociación de la realidad y lo fragmentario, el protagonista intenta -más allá de las dificultades y los miedos- alcanzar una vida lo más normal posible: logra recuperar la casa familiar y lucha por cubrir "la necesidad fisiológica" (así la llama) de tocar el piano.
Sin testimonios a cámara, con sonido directo, un enorme respeto y una indudable capacidad de observación, Benki va exponiendo la deriva y la fragilidad de Perino, pero también la progresiva reconexión y el proceso creativo de EnferMaría, una obra ligada a su experiencia curativa concebida en asociación con una bailarina y coreógrafa llamada Sol. Solo resulta un retrato bello y cristalino sobre la superación y las segundas oportunidades.