Comedia romántica, tradicional y desangelada
El antecedente más próximo del director Michael Dowse es una joya desconocida en estas tierras llamada Goon. Estrenado en un puñado de países a comienzos de 2012, ambientado en el marco de un deporte desconocido en la Argentina (el hockey sobre hielo) y con un par de rostros reconocibles pero no reconocidos ni mucho menos prestigiosos (Sean William Scott, Liev Scheider, Jay Baruchel, Eugene Levy), el opus seis del director canadiense es uno de los mejores films deportivos de los últimos años. Esto no sólo por su capacidad para aprehender cinematográficamente la esencia del juego, sino también porque ensucia las coordenadas simbólicas del género –ética, perseverancia, autosuperación– a fuerza de una oscuridad fibrosa, física y violenta, sin que esto implique una despreocupación por la suerte de sus personajes. Había razones, entonces, para esperar que su película siguiente volviera a construirse sobre la premisa de subvertir los códigos narrativos preestablecidos. Pero no: ¿Sólo amigos? arranca como una comedia romántica tradicional y desangelada a la que le sigue... una comedia romántica tradicional y desangelada.
La traducción local del mucho más elusivo What if (“Qué pasaría si...”) recorta el marco sobre el cual podrían desenvolverse los protagonistas, circunscribiendo aquella infinidad de potencialidades a una respuesta invariablemente cerrada y, claro está, previsible. Lo que no representa un aspecto necesariamente negativo, ya que, como señalara la reciente El amor y otras historias, en este tipo de películas importa menos el desenlace que el recorrido previo. Siempre y cuando el primero sea consecuencia de lo segundo. ¿Sólo amigos?, en cambio, avanza sobre las bases de un vínculo carente de progresión, con una pareja protagónica marchando rumbo a un destino común inexorable. Porque no bien esa pobre alma en pena que es Wallace (Daniel Radcliffe, gélido e inexpresivo como nunca) conozca a Chantry (Zoe Kazan, ojazos de animé estilo Emma Stone) y se lleven bárbaro, compartiendo risas y complicidades en una de esas fiestas en amplios departamentos que sólo pueden suceder en el cine, se sabrá que no habrá conflicto capaz de interponerse entre ellos. Ni siquiera el novio de ella o la compungida timidez de él.
¿Sólo amigos? no es la primera ni la última película en cuadrarse ante una fórmula popular y probada, pero el muestreo retrospectivo marca que aquellos que sobrepasan la medianía lo hacen gracias a la creencia en el poder de empatía de los personajes y en su capacidad para hacerlos trascender la pantalla a través de sus aristas emocionales más auténticas. Como ejemplo, ver si no la reciente ¿Puede una canción de amor salvar tu vida?, otra comedia romántica planteada desde un interrogante, que conseguía disfrutarse gracias al oficio de Keira Knightley y Mark Ruffalo para interpretar seres humanos. Aquí, el pulso inseguro del realizador canadiense le impide relajarse sobre las espaldas de Radcliffe y Kazan, atándolos demasiado a los parlamentos de un guión más herrumbroso que de hierro y esfumando cualquier posibilidad de cercanía con el espectador. Así, no hay comedia romántica que funcione. Mejor que Dowse vuelva a los deportes, que le sientan tan bien.