Cuando Wallace conoció a Chantry, amistad vs. amor
Una nueva comedia romántica sobre los delicados límites del vínculo femenino-masculino coloca a una fresca Zoe Kasan frente al "mago" Daniel Radcliffe.
Vale, a modo de prólogo, hacer el siguiente apunte: desde que ...Harry conoció a Sally, allá por 1989, resulta muy complejo para los cinéfilos --testigos de aquel romance antológico-- despegar de él cualquier historia de amistad hombre-mujer devenida en amor de pareja.
Sucede que --más allá de las circunstancias tempo-espaciales-- el director Rob Reiner paseó a Harry (Billy Crystal) y Sally (Meg Ryan), por todos los estadios posibles de una relación de esta naturaleza, desde el rechazo absoluto, a la amistad incondicional, la confusión de sentimientos y la definitiva declaración de amor romántico.
Películas más recientes, como Amigos con beneficios, de Ivan Reitman (Natalie Portman y Ashton Kutcher) y Con derecho a roce, de Will Gluck (con Mila Kunis y Justin Timberlake), ambas de 2011, redoblaron la apuesta colocando al sexo en medio, como si el sexo por sí solo y con los sentimientos rondando, o la amistad entre opuestos que invariablemente se atraerán, no fuesen cuestiones complejas de por sí.
¿Sólo amigos? no llega tan lejos. Prefiere quedarse en las emociones más "puras" y contarnos la historia de como Wallace (Daniel Radcliffe) --desertor de la escuela de Medicina por razones absolutamente sentimentales-- conoció a Chantry (Zoe Kasan), una jovencísima diseñadora gráfica y animadora de carrera brillante, que prefiere rechazar un ascenso para mantener el statu quo de una vida profesional y personal satisfactoria.
El encuentro sucede en casa de un amigo-primo, en común, cuando Chantry asiste sola a la fiesta porque su novio Ben tenía otros planes.
Aunque ambos se sienten atraídos la idea de conocer al otro un poco más, Chantry se encarga de poner diplomáticamente el límite, y Wallace lo acepta: "sólo amigos" es la consigna.
Ahora, "¿qué pasaría si..?" es la pregunta del título original. Y las variables que tuercen la ecuación, necesariamente y para bien del cuento, aparecen.
El guión que dirige Michael Dowse coloca a sus personajes en algunas alternativas que aquellos Harry y Sally conocieron muy bien, como los paseos, almuerzos y hasta compras de ropa compartidos y amenizados con conversaciones que van desde encrucijadas personales hasta la reencarnación del cangrejo, porque lo que importa marcar es la manera, imperceptible al menos para una de las partes, en que el universo se confabula para unir destinos.
Para favor de la historia, los personajes, más o menos maduros, tienen que hacer un camino de superación individual antes de encontrarse.
En el tránsito, Zoe Kasan, fresca y encantadora, peca de homenajear a la Meg Ryan de los '80. Daniel Radcliffe, en cambio, hace su magia y se despega de personajes similares.
La experiencia de acompañarlos resulta agradable, y la sorpresa de un "hada protectora" que la sobrevuela la enfatiza aún más.