Dos a quererse (obvio)
Michael Dowse dirigió hace un par de temporadas una película enorme llamada Goon. Inédito en estos pagos, el film seguía el derrotero de un jugador de hockey sobre hielo sin demasiadas bondades técnicas, pero con un corazón enorme. El resultado era una propuesta violentísima, sucia y de una carga humanista inhabitual para el género deportivo. Dos años después, el cineasta canadiense se despacha con una comedia romántica demasiado tradicional como ¿Sólo amigos?
El film abre con Wallace (Daniel Radcliffe) en el techo de su casa escuchando un mensaje con la voz de su ex novia, con quien había cortado un año atrás. No pasa demasiado tiempo hasta que conoce a Chantry (Zoe Kazan) en una fiesta. La buena onda es instantánea, pero ella tiene pareja, obligándolo a él a hacerle el cuentito del mejor amigo. A partir de ahí, inician una relación cuyo desenlace se ve a mil kilómetros de distancia.
Pero la previsibilidad no es un problema. Sería un error reclamarle a una propuesta leve y efímera como ¿Sólo amigos? el descubrimiento de una nueva fórmula cinematográfica. Basta recordar el caso reciente de ¿Puede una canción de amor salvar tu vida?, que partía de intenciones similares y, sin embargo, terminaba definiéndose como un producto mucho más redondo.
La clave del fracaso de ¿Sólo amigos? está en la falta de química entre los actores, su carencia de gramaje, su falta de dobleces, factores que terminarán redundando en un vínculo carente de progresión. Y se sabe: sin empatía no hay comedia romántica que funcione.