Llega a los cines Sólo el amor, un film para jóvenes plagado de canciones, pero con pocas buenas ideas.
Noah (Franco Masini) es el cantante de una banda de rock/pop independiente que busca hacerse conocida. Por casualidad conoce a Emma (Yamila Saud) y ambos conectan casi instantáneamente. Al mismo tiempo un aparente golpe de suerte le da al grupo musical la posibilidad de triunfar de la mano de una nueva manager que cambia al baterista y el nombre de la banda, y los dispara a la fama, haciendo que en el camino Noah pierda la amistad con su amigo percusionista y ponga en peligro su relación con Emma, llevándolo además al borde del suicidio.
Sólo el amor es una película para adolescentes que cuenta una historia de amor sencilla y una escalada a la fama con la que muchos sueñan. El punto más destacable del film es Franco Masini, su protagonista, que sin destacarse demasiado cumple con el carisma necesario para que el público, mayormente adolescente, quede fascinado con él. Su performance, vocalmente hablando, también está muy bien.
El resto del film parece no tener un hilo conductor. Todos los conflictos (legales, la separación de los amigos, el distanciamiento de Emma con su padre, etc.) son reemplazados por elipsis y así las partes de la trama que podrían acercar al público, desaparecen.
Las situaciones que sí se ven en pantalla son absurdas, carentes de realismo y el código de actuación de algunos personajes se vuelve casi intolerable por lo forzado. En ese proceso se pierde la posibilidad de disfrutar por ejemplo del personaje de Andrea Frigerio, una manager sin escrúpulos que, según dice el padre de Emma, hace algo malo, pero que el espectador nunca llega a saber qué es.
Plantear un intento de suicidio en un joven no es una tarea sencilla para un film y esta película demuestra el por qué. El guion se olvida de desarrollar la parte emocional de los conflictos, dejando las decisiones del personaje como algo más cercano a un capricho que a la desesperación en sí. Eso sumado a que realmente nunca se sabe qué es lo que pasó, no hay forma de que el espectador se conecte con la historia.
La fotografía tiene momentos interesantes en algunos videoclips, pero la mayor parte del tiempo opera como un cliché reproduciendo estéticas elaboradas del cine noir o expresionista, que no sirven para reemplazar un conflicto que no se termina nunca de desarrollar en la pantalla.