“Solo el amor” supone el debut detrás de cámaras de Andy Caballero, acompañado por el experimentado Diego Corsini (“Pasaje de vida”, 2015). La película sigue el devenir de la historia de amor entre Noah (interpretado por Franco Masini) y Emma (protagonizada por Yamila Saud). Él es un cantante que busca triunfar junto a sus amigos con su banda de rock, mientras ella es una principiante abogada que trabaja para su padre. Pese a la diferencia abismal entre sus universos, lo fortuito unirá sus caminos y vivirán un apasionado romance que cambiará sus vidas.
El film se presenta como una comedia romántica adolescente, un formato que sigue persistiendo por un motivo evidente: rinde bien en taquilla. Sucede que, teniendo en cuenta que el público adolescente consumirá este tipo de propuestas, estamos en presencia de un film que recicla viejas fórmulas sin el más mínimo atisbo de originalidad. Los personajes desbordan de clichés, las situaciones son resueltas mediante lugares comunes y la estética de videoclip parece pertenecer más a una tira televisiva que a un producto cinematográfico.
Lo artificial y superfluo de la propuesta se debe, en gran parte, al tratamiento poco verosímil del guión, el cual atraviesa temáticas conocidas sin demasiadas sutilezas: el aprovechamiento del manager, la inspiración en el amor, la rebeldía de la juventud y las presiones familiares.
Los personajes principales encargados de dar vida a esta historia de amor rozan la incoherencia y la antítesis de lo que una estrella de rock en ciernes y una incipiente abogada ‘deberían’ ser. Por su parte, Andrea Frigerio y Gerardo Romano, dos grandes actores de nuestro medio, son desaprovechados en una trama que naufraga sin sorpresas.
La banda sonora, sin embargo, acompaña acertada con ritmos y melodías que remueven, de a ratos, el sopor de la propuesta. El gran defecto radica en la falsa concepción de que el éxito se alcanza sin más y los conflictos se resuelven de forma edulcorada. Síntesis que reduce el film a un compendio de soluciones trilladas en donde todo es posible. Dame un poquito de amor.