Con la dignidad en el medio
Luego de que En primera plana (Spotlight, 2015) gane el Oscar a la mejor película, se estrena un film que puede leerse en paralelo: Solo la verdad (Truth, 2015) relata un hecho verídico de gran repercusión mediática en Estados Unidos que confronta nuevamente medios de comunicación con poder político.
Esta vez no será un periódico el encargado de denunciar al poder eclesiástico sino un programa de televisión al gobierno de turno: El noticiero de la CBS “60 minutos” conducido por el respetado Dan Rather (Robert Redford) mostró unos documentos en 2004 que produjeron un escándalo conocido como el "Rathergate" (por el apellido del locutor de aquel noticiero). Su productora Mary Mapes (una genial Cate Blanchett) es la encargada de conseguir los informes para el programa y accede a unos archivos que ponen en jaque la versión oficial del por entonces presidente y aspirante a la reelección George W. Bush, en las fuerzas armadas y su papel en Vietnam.
El país se encuentra inmerso en la guerra contra Iraq y Afganistán y en este contexto, surge el escándalo: Las pruebas confirman que el ex presidente había evitado participar en la Guerra de Vietnam por las influencias de su padre al unirse a la Guardia Nacional Aérea de Texas, además de haberse ausentado durante meses de la base a la que estaba destinado. El acoso del poder político recae sobre la veracidad de los documentos y con ellos, la integridad periodística de la productora y conductor del programa de prestigiosos 24 años en el aire. Lo que se vuelve una denuncia válida se convierte en una persecución ideológica sobre ella, y el veterano presentador de noticias, llegando incluso a instancias legales.
Solo la verdad desnuda las consecuencias políticas de tocar ciertos intereses en pos de la verdad, en una persecución ideológica no vista desde tiempos del macartismo. Una vez más el poder determinando qué puede decirse y que debe permanecer oculto en los medios de comunicación, dilapidando cualquier intención de ética y moral periodística. El hecho generó polémica por la autenticidad de los informes, provocando la renuncia de la cadena CBS de su famoso conductor y productora. Pero la película inteligentemente sólo dedica la primera mitad al hecho y continúa con la batalla ideológica acechada sobre ellos. Lo que se pone en juego es la dignidad de las personas y la libertad de expresión, dejando el conflicto mediático en segundo plano.
La película abre un abanico de incertidumbre sobre aquello que vemos y creemos como “verdad” en la televisión (de ahí el título del film), detrás de un caso exclusivamente norteamericano del que no hubo mucha repercusión en el resto del mundo pero que atraviesa dilemas comunes a las situaciones políticas globales.
Si bien no está a la altura de En primera plana cómo film de denuncia (recordemos que la ganadora del Oscar revela el heroísmo periodístico frente a las presiones del poder), Solo la verdad se introduce en vericuetos legales para resaltar la dignidad de los periodistas implicados; su mensaje es tan valedero y decisivo como aquella, y pone el acento en la necesidad de una libertad de expresión cercenada por los grandes agentes de poder. Una cosa de todos los días en cualquier parte del mundo.