Basada en la novela policial de Colin Niel, autor de moda, la nueva película del franco alemán Dominik Moll (Harry, un amigo que te quiere bien) llega con el retraso pandémico. Una historia que es un cruce de historias, con cinco personajes protagonistas como piezas de un juego bastante impiadoso y de aristas impredecibles.
En dos escenarios elocuentes, la Francia rural, fría y nevada, y Abiyán, en la ex colonia Costa de Marfil, la trama se teje en torno a la desaparición de una mujer poderosa, Evelyne Ducat, esposa de un empresario importante, interpretada por Valeria Bruni Tedeschi.
Actriz, directora, hermana de Carla Bruni, Tedeschi es la presencia que le da brillo, y decadente glamour, a un asunto sombrío, pues todos los demás personajes, de una u otra manera, están vinculados a su ausencia. Una joven amante desesperada, una ama de casa infiel, su amante, un ermitaño que parece tener más diálogo con “las bestias”, los animales encerrados en el corral, que con las personas. Y el marido, que a su vez tiene una relación virtual con una mujer que en realidad no existe: es la imagen que utiliza un estafador, en Abiyán, para intentar sacarles plata a tipos como él, blancos, burgueses, aburridos.
Como en un juego narrativo a la Rashomon, Solo las bestias divide su historia en capítulos que llevan el nombre de cada uno de los personajes. A cuyo turno veremos lo que pasó desde su punto de vista. Así es como la trama policial, el clima de thriller, y su comentario social, se impone por sobre el relato sombrío y la mirada dura sobre sus personajes.
Moll, acaso Niel, no parece querer mucho a ninguno, pero esa falta de empatía queda en segundo plano frente a cuestiones más urgentes, como su aguda exposición de un presente poscolonial y sus consecuencias.
De paso, estaría bien que el cine y la literatura europeas recuerden con la misma honestidad la situación de Haití, ese pequeño infierno francoparlante, abandonado por todos.