El azar contra todos
La aclamada novela homónima del escritor francés e ingeniero agrónomo Colin Niel, Solo las Bestias (Seules les Bêtes), publicada en 2017 y reeditada en francés en 2019 debido al éxito de la adaptación cinematográfica, le sirve como punto de partida al realizador Dominik Moll para construir un film con una estructura multidimensional deudora de Rashomon (1950), la extraordinaria historia del escritor japonés Ryûnosuke Akutagawa llevada al cine por Akira Kurosawa, que analiza la vida en el campo, el amor en tiempos de Internet, las estafas cibernéticas y la asfixiante necesidad de cariño del ser humano.
¿Qué conecta a un joven en la capital económica de Costa de Marfil y una pareja de empresarios agropecuarios en la campiña francesa? En medio de una cruda tormenta de nieve una mujer oriunda de París (Valeria Bruni-Tedeschi) desaparece en el camino hacia su casa de invierno en un pueblo rural de montaña. Alice (Laure Calamy), una agente de seguros local, nota a su amante, Joseph (Damien Bonnard), un retraído hombre de campo, distraído cuando lo va a visitar a su granja para asesorarlo y tener sexo. El esposo de Alice, Michel (Denis Ménochet), también desaparece unos días después tras aparecer golpeado y comportarse extrañamente. Alice piensa que su marido tuvo un altercado con Joseph, pero no sospecha la conexión que se abre entre todos los personajes de esta caleidoscópica película que incluye a una bella camarera francesa, Marion (Nadia Tereszkiewicz), y a un joven estafador de Costa de Marfil, Armand (Guy Roger ‘Bibisse’ N’Drin), que intenta ganar dinero aprovechándose de incautos cibernautas para recuperar a su ex novia.
Estos seis personajes serán los protagonistas de una trama de misterio y crimen que parte del deseo de ser amado para adentrarse en las oscuras aguas de la shockeante desilusión que la vida le depara a los románticos soñadores. Cada uno de estos personajes vive en una desesperante soledad con la que lidia a su intrincada e íntima manera. Moll teje deliciosamente una tela de araña con flashbacks que revelan la equivocación que pesa sobre las incautas víctimas del destino en materia de lo que acontece a su alrededor. De esta forma el espectador descubre en este rompecabezas cómo su visión de la trama cambia y cómo el mundo de las apariencias corre la cortina de lo oculto para ofrecer nuevas perspectivas desde las cuales apreciar los acontecimientos.
Solo las Bestias (Seules les Bêtes, 2019) es un relato de consecuencias inesperadas que se va revelando hacia la segunda mitad del film, una vez que la trama termina su giro de trescientos sesenta grados para regresar nuevamente a la escena descolocada del comienzo que prefigura la conexión entre el pujante Primer Mundo y el pauperizado Tercer Mundo. Siguiendo la historia de Colin Niel, Moll logra construir un relato de misterio, crimen y desencuentros a partir de las consecuencias del colonialismo y el imperialismo francés en África con una estructura narrativa y una estética que toma lo mejor de Fargo (1996) de Joel y Ethan Coen, Cache (2005), de Michael Haneke, y Short Cuts (2003), de Robert Altman, además de reminiscencias de Psicosis (Psyco, 1960), de Alfred Hitchcock. Moll recupera algo de todas estas películas, incluso de Perdida (Gone Girl, 2014), de David Fincher, pero el resultado es un film que tiene el carácter de su realizador, una impronta muy francesa y una inusual apreciación de los detalles.
Las actuaciones de todo el elenco son brillantes y realmente deslumbran en su interpretación de personajes atrapados en los designios del azar, incapaces de imaginar las consecuencias de sus acciones, de un complejo entramado construido con minuciosidad. El guión de Dominik Moll junto a Gilles Marchand, un asiduo colaborador del director de Lemming (2005) y también conocido por su participación en Recursos Humanos (Ressources Humaines, 1999), el impactante film de Laurent Cantet, realmente es atrapante y certero, al igual que la fotografía de Patrick Ghiringhelli y la pertinente música de Benedikt Schiefer.
Con Solo las Bestias, Moll consigue establecer una contraposición entre la nueva Europa y África, la relación actual entre la metrópoli y la ex colonia, más el legado del imperialismo y la deuda del Primer Mundo con los países eternamente en vías de desarrollo, demostrando todo el potencial que ya había desarrollado en Harry, un amigo que te quiere bien (Harry, un ami qui vous veut du bien, 2000), pero acercándose más a la intrincada trama de Lemming, el film protagonizado por Charlotte Gainsbourg, Laurent Lucas y Charlotte Rampling, y alejándose bastante del espíritu de comedia dramática de la más reciente y desquiciada Noticias del Planeta Marte (Des Nouvelles de la Planète Mars, 2016).