Rancio vodevil en un paraiso
La isla Margarita, en el Caribe venezolano, es un paradisíaco lugar para el amor. Y allí, precisamente, Valentina y Gonzalo han instalado un hotel exclusivo para parejas. El negocio marcha a las mil maravillas, aunque su matrimonio atraviesa una profunda crisis. Las cosas empiezan a complicarse cuando Mitch (Nicolás Cabré), un joven argentino que viajó a esa playa sin su flamante esposa luego de una escandalosa pelea entre ambos, comienza a acercarse a las bellas mujeres que lo rodean.
Un desliz amoroso de Mitch con Tania (la exuberante Marianela Sinisterra) y su amistad con Jairo (Antonio Garrido), un cantante de medio pelo, disparará variopintas confusiones que se entrecruzan aquí con más atolondramiento que gracia. Los engaños están a la orden del día, ya que Valentina (una Martina Gusmán que lucha para hacer simpático su personaje) desea vengarse de las infidelidades de su marido y elige a Mitch para conseguirlo.
Posiblemente el director y guionista apostó a la simpatía de la comedia romántica, pero quedó muy cerca de un rancio vodevil. El paisaje en el que se desarrolla la acción es la envidia de quienes desean pasar unas tranquilas vacaciones, pero lo que allí ocurre es para el olvido.