Matrimonio en crisis en el Caribe
Martina Gusmán y Santi Millán interpretan a una pareja que regentea un hotel en Isla Margarita en medio de problemas. El personaje de Nicolás Cabré terminará por desestabilizar la escena en este film pasatista y olvidable.
Las películas Metegol, Corazón de León, Vino para robar, a las que se agregó hace apenas una semana Séptimo, lograron una buena respuesta del público y en general fueron acompañadas por la crítica. Este buen momento de varias producciones interesantes podría hacer pensar que el cine industrial argentino encontró un estándar digno, capaz de convocar espectadores a las salas con propuestas que en mayor o menor medida tienen muchos elementos para destacar. Sin embargo el otro cine, el que convoca a estrellas, el que cuenta con un nivel de recursos importantes pero que también es chapucero, apurado y olvidable, siempre está al acecho.
Este es el caso de Sólo para dos, una coproducción entre Argentina, España y Venezuela dirigida por Roberto Santiago, una comedia que remite a la picaresca nacional de los ochenta, con un desarrollo que en el mejor de los casos es inocuo y que a duras penas logra arrancar una sonrisa, a fuerza de subrayados y transitadísimo costumbrismo.
Valentina (Martina Gusmán) y Gonzalo (Santi Millán) son un matrimonio desgastado, dueño de un complejo de cabañas especial para parejas en la Isla Margarita, y por supuesto, el acento está puesto en la paradoja de que mientras la relación se derrumba, deben dar los servicios en un lugar diseñado para que los enamorados visitantes encuentren su nidito de amor en el Caribe.
El disparador de la crisis y también el que viene a orientar el relato es Mitch (Nicolás Cabré), un joven supuestamente irresistible, que llega solo al lugar después de haberse peleado con su mujer en su noche de bodas.
Rápidamente Mitch se convierte en el involuntario terror de los maridos y el polo de atracción de las mujeres, cualquiera sea su estado civil, para que la película ensaye algunos gags que definitivamente son poco efectivos, con mujeres hermosas, maridos idiotas y María Nela Sinisterra (Corazón de León) que parece que fue incluida en el relato sólo para que pasee su belleza por el set.
Y mientras el elenco español parece rescatado del túnel del tiempo de esas comedias de hace treinta años que asolaron a la madre patria y también hicieron lo suyo por estas playas, la parte argentina no queda mucho mejor parada. Nicolás Cabré está bien lejos de Atraco, donde hizo un buen trabajo junto a Guillermo Francella, y aquí en cambio parece recuperar buena parte de los tics que incorporó durante su exitosa carrera televisiva, mientras que la talentosa Martina Gusmán (Elefante blanco, Carancho, Leonera), parece esperar inútilmente durante toda la película una línea de diálogo o alguna escena medianamente rescatable.