Comedia picaresca de bajas calorías
Al precio de arruinar su buena fama, un grupo de buenos artistas ha pasado una (esperemos que grata) estadía en la isla Margarita. La excusa fue filmar la película hispano-argentino-venezolana que ahora vemos, y que se anuncia como comedia romántica pero es más bien picaresca de bajas calorías, herencia del vodevil desteñida por el sol del Caribe.
El argumento es nimio, aunque permite ilusionarse, porque hace convivir a un joven matrimonio en crisis dueño de un resort especializado en mieleros y similares, sus distinguidos clientes y amigos, la empleada más que apetecible y en dulce e insistente oferta, el cantante melódico berreta que hace el galán cada año con una enamorada distinta, y la bolilla que faltaba: un recién casado que viene solo porque se peleó en el viaje.
Sorprende Martina Gusmán haciendo por primera vez una comedia. Pero no hace un personaje humorístico, sino una mujer cansada del marido. Se luce, sobre todo, cuando su rostro expresa esos instantes de sospecha o fastidio propios de una esposa a punto de dar el portazo. Nicolás Cabré se luce, en cambio como el chanta infeliz que llora su soledad viendo "Cristal" por enésima vez, y Paula Kohan también hace un buen aporte como aparición sorpresa. Doble sorpresa en este caso, porque le cae justito a quien no se la esperaba.
El lado español es más flojo. El director Roberto Santiago seguramente se insoló, porque ha hecho cosas mejores, incluyendo "El penalti más largo del mundo", sobre cuento de Osvaldo Soriano. El animador Antonio Garrido salva su personaje de galán cantante (salvo cuando canta) pero daba para más. Dafne Fernández es una muñeca encantadora, pero le dieron menos. Y Santi Millán es para darle palo hasta que pague la estadía. En cambio hay otro lado de origen colombiano, ah, lado izquierdo, derecho, frente, derriere, que da gusto contemplar y encima sabe lucirse como comediante en una escena de enamorada triste y borrachita: la mulata María Nela Sinisterra. Un gusto, y vive en la Argentina.