Comedia de rematrimonio por cuatro (¡demasiado!)
Uno, pobre ingenuo, que reclama a los gritos un espacio para la comedia moderna norteamericana en nuestras salas de cine ¿se tendrá que hacer cargo de este bochorno que es Sólo para parejas? Convengamos: en algunos aspectos varias de estas comedias esconden tras cierta osadía un tonito moralizante y tranquilizador que molesta, pero el caso de esta película de Peter Billingsley es intragable. A falta de una pareja que caiga en todos los conservadurismos habidos y por haber, nos tenemos que aguantar cuatro duetos funestos. Bueno, el matrimonio de Vince Vaughn y Malin Akerman al menos resuelve sus cosas dentro de cierta coherencia. Pero con eso, no alcanza.
Vaughn, que había comenzado a ocupar un espacio tal vez un poco exagerado (nunca fue un actor/autor en la línea de Ben Stiller, Will Ferrell, Adam Sandler o Mike Myers), ya demuestra símbolos de fatiga luego de Navidad sin los suegros y esta (más si sumamos a Fred claus, sin estreno en la Argentina), para peor aquí que además se hace cargo del guión y lo acompañan algunos amigos de la casa como John Favreau, Jason Bateman, John Michael Higgins y Ken Jeong. Pero ni siquiera eso levanta el termómetro.
El personaje que mejor le ha sentado a Vaughn ha sido siempre el del eterno adolescente que se manda cagadas, se da cuenta y trata de hacer algo en consecuencia, de cambiar para mejor. Eso lo convirtió en un actor a tener en cuenta, un tipo simpático y autoconsciente de su banalidad, al menos en Viviendo con mi ex o Dodgeball. Pero Sólo para parejas no le permite construir su personaje (tampoco al resto del elenco) sino que lo lleva de la mano del guión por una serie de fatales experiencias. Es el film y no el personaje el que se empecina en generar los conflictos, tomar conciencia e intentar arreglar las cosas.
Vaughn y Akerman tienen un grupo de amigos: tres parejas integradas por John Favreau y Kristin Davis; Faizon Love y Kali Hawk; y Jason Bateman y Kristen Bell. Precisamente esta última, ante la imposibilidad de concebir un hijo y ante los probables problemas maritales que se avecinan, decide tomar un viaje a una isla paradisíaca donde serán atendidos por psicólogos especializados con el objetivo de recomponer su relación o, por contrario, tomar cada uno por su lado. Arrastrarán a los demás en la aventura -porque en grupo sale más barato- y obviamente cada pareja terminará viviendo su situación límite y poniendo en riesgo su futuro.
Pero el inconveniente no es que Sólo para parejas sea previsible. De hecho, eso ya no es a esta altura de la cultura popular un problema para el cine. Tampoco que sus personajes sean arquetipos: tenemos el matrimonio aburguesado, la pareja que se odia y siempre busca el placer afuera, otra donde lo que complica es la diferencia de edad y aquella en donde la autoexigencia quiebra los vínculos. Uno de los problemas -fundamental en una comedia- es que lo que ocurre no causa gracia. Simplemente el film está desangelado y en realidad nos reímos por reflejo de lo que sabemos que Vaughn, Favreau o Bateman son posibles de hacer.
Y esta falta de timing para la comedia termina poniéndonos de mal humor para lo que sigue: una estiradísima última media hora en la que todo lo que uno puede suponer que se va a resolver mal, ocurre. La forma arquetípica de construir los personajes se apodera, también, de la manera en que se resuelven los conflictos. Y ahí sí que estamos ante un problema. La película termina aferrándose a la felicidad como una forma de la vida que sólo se encuentra en el matrimonio y en la monogamia. Todo resulta demasiado manipulado y la imperfección de los personajes es barrida debajo de la alfombra, olvidada por un guión que más que contar una historia parece empeñado en dejarnos un mensaje.
Sólo para parejas es un intento por contar la comedia de rematrimonio con los códigos de la comedia romántica (especialidad de Vauhgn), pero falla en todo lo que se propone. Uno finalmente se queda como los personajes, queriendo correr rumbo a la otra isla, donde parece estar la verdadera diversión. Esta película, como tal vez preanunciaba su título en castellano -por una vez perversamente promisorio-, es sólo para parejas. Y para esas parejas que siguen para adelante sin poder construir algo de a dos y sólo sostenidas por un mandato entienden como superior.