Leve, como un amor de verano
Comedia previsible, sobre crisis matrimoniales.
Sólo para parejas es una comedia amable, liviana, veraniega, para espectadores que quieran pasar dos horas en el cine con algunas risas (o sonrisas) y sin sobresaltos. Es, también, un recorrido -a vuelo rasante- por todos los tópicos de los matrimonios con varios años de casados. Matrimonios en los que se apagó (o mitigó) el fuego pasional: tengan o no conciencia del asunto.
Jason (Jason Bateman) y Cynthia (Kristen Bell) no pueden tener hijos y están a punto de separarse. En un último intento por evitarlo, deciden viajar a un paraíso tropical, que incluye una terapia para matrimonios en crisis. Para abaratar costos, convencen a tres parejas amigas de que compren un paquete con ellos. Una vez en el playa, cuando se dispongan a disfrutar, los "invitados" comprenderán que se encuentran en un lugar entre new age y conductista, donde se los obligará a replantearse -lo quieran o no- sus vidas conyugales.
En la isla hay una zona para solteros (a la que no tienen acceso), en donde reina el placer, tal vez idealizado. Pero en la zona de estos matrimonios amigos (entre los que están Vince Vaughn, Malin Akerman, Jon Favreau, Kristin Davis y Faizon Love) se impone la "disciplina" de tener que repensar sus vínculos de pareja. El gurú del lugar, cuyas intervenciones dan lugar a gags más o menos efectivos, es interpretado por Jean Reno.
"El punto es saber si se puede recuperar el amor tras la rutina", dice alguien. "Pensar en otra mujer es engañar a la propia; que lo concretes o no es otra historia", polemiza otro. Planteos interesantes, claro. Pero que se quedan en eso, y son devorados por un humor playero, que no supera -como suele ocurrir- al de cualquier sitcom.
Sin embargo, la película tiene un nivel digno, más allá del argumento trillado. Salvo en la parte final, cuando todas las situaciones comienzan a resolverse de un modo pueril, obvio, previsible, con lecciones sobre lo importante que es mantener la pareja de siempre y formar una familia. Ay. En definitiva, un producto cuyo goce se olvida pronto, como un leve, levísimo amor de verano.