Como prenuncia el título, documental solo para payasos
De muchacho, Lucas Martelli estudió en la Escuela de Cine de Avellaneda y fue camarógrafo. Pero también estudió acrobacia, y en ella volcó buena parte de sus años fuertes, hasta que los huesos le aconsejaron volver al cine. Ahora presenta este documental, que hizo acompañado por viejos amigos del Grupo Boedo Films y por multitud de jóvenes dedicados al payaseo por esquinas, carpas y teatros.
El ambiente y el entusiasmo son atractivos. Pero quizás el resultado sea solo para payasos, como dice el título. Le pesan muchos chistes internos, excesiva confianza en la improvisación de escenas a cargo de jóvenes que recién se están afianzando, demasiados planos de gente grande y malhumorada, y variedad de atracciones diseminadas a lo largo de 104 largos minutos sin un presentador cuyas intervenciones nos atraigan y orienten entre número y número, como era en el circo tradicional.
Se agradece la participación de don Jaume Mateu, alias Tortell Poltrona, historiando el oficio mientras se pinta la cara. Luego dos veteranos rezongan sobre la evolución de la risa a dúo, y otro cuenta la historia política oficial, de seguir la cual parece que en cierta época levantar una carpa era algo clandestino, lo que se contradice con la memoria de cualquier niño de aquella época, y del padre que lo llevaba.
Hay, más interesante, dos minutos enviados por payasos de Barcelona, Grecia, Nepal, Machu Pichu, Mar del Plata y otros muchos lugares, partiendo de viaje hacia una gran convención, un Encuentro Ancestral donde tal vez suceda El Acto, un momento mágico en que todo el mundo ríe y llora de alegría, y que pasa muy de cuando en cuando. Esa pequeña ficción se mantiene con el "viaje transcontinental" de un grupo en dirigible, se reaviva hacia el final, cuando surgen algunas tomas de la colorida 16a. Convención Argentina de Circo, Payasos y Espectáculos Callejeros, y remata de modo inocente y gozoso con una tribuna llena de narices rojas y un lindo clip "de toda la compañía" para los créditos finales.
Hay también varias payasas de acá, Brasil, Suecia, etc., clowneras líderes, dos comediantes del Cirque du Soleil (uno argentino), y otros apenas entrevistos de Payasos sin Fronteras, el Club del Claun, Catalinas Sur, Circo Social del Sur (Barracas), Taller de Artistas del Borda, etcétera. Y, perdidas en el fárrago, unas líneas de aquellos versos mal entrazados pero efectivos del chileno Maturana que acá recitaba Chirolita mientras Chassman miraba para otra parte: "Al ver mi cara pintada,/ todos ríen con placer /¡Sin llegar a comprender,/ que mi vida es desgraciada!". Un clásico, junto al "Reir llorando" de Juan de Dios Peza. Y ya que estamos, valga mencionar otro clásico: el maravilloso "Los payasos", de Federico Fellini, de moderados 92 minutos.