El salto de la televisión al cine no es para todos el siguiente paso lógico. Si bien son muchos quienes nunca ven esa oportunidad concretarse, hay otros tantos cuyas carreras, más allá de incluir papeles en la gran pantalla, se ven frustradas por la falta de éxito. Será recordado así el caso de David Caruso, hoy un rostro reconocido en el mundo de las series, a las que tuvo que volver tras un trunco pasar por los cines de mediados de los '90.
Entre las mujeres hay que prestar particular atención al caso de Katherine Heigl, quien parece seguir los dudosos pasos de Jennifer Aniston. Desde el final de Friends hasta la actualidad, la segunda ha tenido su importante cuota de títulos menores, sin lograr traducir el carisma de la pantalla chica en resultados para la grande. Heigl, quien se ha visto encasillada con mucha celeridad, viene siguiendo el mismo derrotero al menos desde hace tres años, llegando al extremo de repetirlo con One for the Money, un producto que recuerda fácilmente a The Bounty Hunter.
Basada en la novela homónima de 1994, dentro de la franquicia que ya lleva 18 títulos, la historia sigue a Stephanie Plum, una joven desocupada que, para hacer algo de dinero, se mete en el negocio de los cazarrecompensas. Este giro de timón en la vida de la protagonista abre el camino a una serie de chistes simplistas cuyo único recurso es, básicamente, encontrarla armada y fabulosa ante peligros que están muy por encima de sus capacidades. En ese costado policial, obvio misterio que se adivina sin esfuerzo, recae lo más logrado de la película. Es que más allá de lo evidente de la resolución, cuando el caso se pone pesado, los cuerpos realmente empiezan a apilarse. El verosímil falla cuando una vendedora de ropa inexperta supera con creces el trabajo de la Policía o de otros cazadores, pero no en el hecho de que unos delincuentes harán lo posible para seguir fuera de la cárcel, aún cuando en el marco de una comedia ligera tengan que dejar una decena de cadáveres.
Al humor simple y a los fallos de la trama, debe sumarse el trazo grueso con que Julie Anne Robinson delinea a sus personajes centrales, cargados con el estereotipo de italoamericanos en Nueva Jersey. La simpatía y frescura que Heigl aporta a la pantalla, lo ha hecho antes y después de ese pilar fundamental que le supuso Grey's Anatomy, no alcanzan por sí solas para sostener una película de 90 minutos. A esta altura ya debería saberlo.