Acción ortodoxa
Hacía tiempo que el cine argentino no se le animaba al cine de acción sumando la comedia a su fórmula. El debut cinematográfico de Federico Cueva como director con Sólo Se Vive Una Vez (2017) no se avergüenza ni en apenas un fotograma mientras desparrama tiros, explosiones, insultos y referencias a Kiss.
Leo (Peter Lanzani) es un extorsionador profesional que vive de embaucar a empresarios acaudalados filmándolos en situaciones comprometedoras, cuando se cruza en el camino de unos peligrosos hombres de negocios bajo el mando de Duges, interpretado por el francés Gérard Depardieu. Para escapar del aprieto, se hace pasar por judío ortodoxo y se refugia en una sinagoga que, convenientemente, hace un retiro religioso. De ahí en más, Leo y todo aquel cercano a él pasarán por todo tipo de aprietos, intentando salir vivos y con algún billete en el bolsillo.
A Lanzani lo acompañan Santiago Segura, Eugenia Suárez, Luis Brandoni, Pablo Rago y Dario Lopilato, interpretando personajes en algunos casos relevantes para la trama y en otras ocasiones algo más “decorativos”, con cierto aroma a concesiones propias de una coproducción.
Con un tono humorístico que funciona en ciertas escenas en igual medida en que se extralimita en otras, la propuesta cumple con su función primordial de entretener, mediante un relato que para los mayores de 30 podría contener ecos y guiños cómplices a Testigo en Peligro (Witness, 1985) y Cambio de Hábito (Sister Act, 1992).
Gracias a un verosímil que todo el tiempo juega al límite de su propia lógica interna, Sólo Se Vive Una Vez llena de entretenimiento los 90 minutos de un film que nunca pide ser tomado en serio, ¿O acaso es esa la forma de meterse en una película en la que Peter Lanzani improvisa un look de judío ortodoxo en cinco minutos, Pablo Rago es cura y Luis Brandoni es un rabino a cargo de una sinagoga?
Con una propuesta que por momentos recuerda a las películas ochentosas de Carlos Galettini y un esquema de producción que permite contar con más herramientas al servicio del divertimento, Sólo Se Vive Una Vez funciona como producto pasatista local si sabemos darle las licencias que el género supone.