El modelo de "Sólo se vive una vez" es muy claro: las superproducciones taquilleras de Hollywood. Y en ese sentido tiene todos los tics del caso: junta a actores populares de la televisión (Peter Lanzani, la China Suárez, Darío Lopilato) con estrellas internacionales (Gérard Depardieu, Santiago Segura), convoca a un director especialista en escenas de acción y deja la historia en manos de cinco (sí, cinco) guionistas. El resultado es —como suele suceder en el Primer Mundo, hay que decirlo— una ensalada decepcionante. La trama se centra en un estafador de poca monta (Lanzani) que por accidente se queda con una fórmula química secreta y es perseguido por un grupo de mafiosos. Para escapar, el protagonista se hace pasar por un rabino en una comunidad de judíos ortodoxos. La ópera prima de Federico Cueva (experto en filmar acción y supervisor de dobles de riesgo) arranca con algunas escenas simpáticas, que buscan un humor cómplice, pero de a poco se transforma en un engendro que mezcla religiones y dialectos, personajes torpes y villanos ridículos, y explosiones y persecuciones que ya se vieron hasta el hartazgo en el cine americano. Con su humor de trazo grueso y sus referencias gastadas, "Sólo se vive una vez" no termina de funcionar ni como película de acción ni como comedia bizarra. Los únicos que se salvan son algunos actores (Lanzani, Brandoni y Depardieu), que aportan una cuota de frescura entre tanto plástico.