Sólo se vive una vez: muchos nombres, pocas ideas
La idea -al menos desde el punto de vista del marketing- no podía ser mejor: convocar a intérpretes populares como Peter Lanzani, la China Suárez y Darío Lopilato, a actores de renombre como Luis Brandoni y Pablo Rago, y a figuras extranjeras como el francés Gérard Depardieu o los españoles Santiago Segura y Hugo Silva para una comedia de enredos con generoso presupuesto, dirigida por un especialista en escenas de acción y supervisión de dobles de riesgo como Federico Cueva. El problema es que la historia concebida por ¡cinco! guionistas carece de mayores atractivos y la puesta en escena nunca alcanza la fluidez, la gracia, la consistencia ni el desparpajo; demasiado absurda para ser tomada en serio dentro de los cánones del thriller y demasiado contenida y forzada para funcionar en el terreno de la comedia hollywoodense del tipo Comando especial o Dos tipos peligrosos.
Leo (Lanzani) es un estafador de poca monta perseguido por tres asesinos a sueldo (Depardieu, Segura y Silva), que se hará pasar por rabino en el seno de una comunidad liderada por el patriarca Mendi (Brandoni). Hay una excusa argumental (una fórmula que busca un poderoso laboratorio), algo de romance, personajes secundarios poco aprovechados, música de Kiss y muchas explosiones. El resultado es bastante menos espectacular y más desarticulado de lo que la propuesta de marketing original prometía.