El género de acción es una cuenta pendiente del cine argentino.
Cuando se incursionó en esta temática en el pasado la gran mayoría de las películas que se hicieron fueron patéticas.
El mejor trabajo de la producción nacional dentro del género de acción se hizo en la publicidad durante las décadas del ´70 y ´80.
Los clásicos comerciales locales para el Ford Taunus, Ford Falcon y la camioneta Chevrolet, hoy en pleno 2017, siguen humillando a esos pastiches de animación computada que se ofrece en las entregas de Rápido y furioso.
Las cosas que se hicieron en Argentina con los autos fueron increíbles y le dieron un gran prestigio a la industria de la publicidad a nivel internacional.
En los años ´90 Adrián Suar elevó la calidad de los contenidos en este campo con la serie Poliladron y en el cine produjo una película decente como fue Comodines (1997).
Después se podrían destacar las secuencias de acción de Caballos salvajes (Marcelo Pyñeiro), Cacería (Ezio Massa) y el tiroteo final que brindó Adrián Caetano en Un oso rojo, que era impecable, pero no hay mucho más.
Juan Campanella y Damián Szifrón también brindaron sus aportes dentro del cine de género. Al menos entre los filmes que se pueden tomar en serio.
Tal vez se me escape algún título en este momento pero forman parte de las excepciones del cine nacional, que nunca le encontró la vuelta al concepto de la acción.
Sólo se vive una vez es una de las producciones nacionales más cuidadas que se hicieron dentro de este estilo en mucho tiempo y tiene sus mayores méritos en los aspectos técnicos.
En esta película queda demostrado que en el país se encuentra el talento para hacer cosas de calidad que se puedan apreciar en una pantalla de cine.
Las secuencias de acción que ofrece el director Federico Cueva son muy prolijas y se nota que hubo un esfuerzo por brindar un producto digno.
No es habitual que encontremos en el cine nacional escenas de tiroteos o persecuciones automovilísticas que estén bien filmadas y esta producción claramente supera a los horrores que vimos en el pasado.
La película de Cueva tiene además cierta impronta nostálgica por el viejo cine de acción, ese en el que las explosiones eran reales en lugar de efectos digitales, que hoy es una especie en extinción.
Sólo se vive una vez consigue ser entretenida pese a que su historia no es muy atractiva ni presenta personajes que generen interés.
El argumento la verdad que no es bueno y la mayoría de los chistes no funcionan. Sin embargo, el film tuvo la enorme ventaja de contar con un muy buen reparto que contribuyó a que la trama sea llevadera.
Peter Lanzani ya demostró en otros trabajos que puede sacar adelante cualquier rol que le asignen y acá se desenvuelve muy bien en los momentos humorísticos, pese a que su personaje es infumable.
Por otra parte, actores de calidad como Pablo Rago, Luis Brandoni y Santiago Segura levantan muchísimo la historia cada vez que aparecen en escena.
No se puede decir lo mismo de Gerard Depardieu, quien compone un villano trillado con una interpretación en piloto automático.
Ya sea porque el guión no le permitía hace nada interesante o el director no supo aprovecharlo su aporte en esta producción es olvidable.
En resumen, Sólo se vive una vez no es una película memorable pero consigue ser entretenida y está bien realizada, algo que no se veía en el género de acción nacional desde hace mucho tiempo.