Una vez más una coproducción argentina-española se estrenará este jueves en nuestros cines: Sólo se vive una vez. Esta atípica superproducción tiene intérpretes como Peter Lanzani, Eugenia Suárez, Pablo Rago, Darío Lopilato, y "estrellas" invitadas como Gerard Depardieu y Santiago Segura. El film cuenta la huida de un estafador de un grupo de mafiosos de diferente calibre, y las peripecias que sufre el personaje a razón de esto.
Por el tipo de actores y la cantidad de dinero invertido, desde un principio la película parece ser lo que luego de verla termina confirmando: un exceso de inverosimilitudes que pretenden pasar por extravagantes -mal actuadas, por cierto- y supuestos diálogos ingeniosos -que podría decir un tío borracho en navidad, por qué no-. Incluso se podría afirmar que esta película, que por momentos no lo parece, es como si agarrara lo peor del género de acción y de comedia, como podrían ser las últimas entregas de Rápido y Furioso y las películas del estilo Socios por accidente y los mezclara con un estudio de mercado berreta como buscar los videos y memes más populares de Instagram o alguna otra red social. Vamos, la película tiene un título tan malo como Sólo se vive una vez.
Pero esto es sólo la cáscara: si bien uno puede esbozar todos estos argumentos que tienen que ver con una intención clara de marketing y tono, ni siquiera está bien dirigida, y las secuencias de acción son lamentables. Una película pretendidamente "comercial" no tiene por qué tener como condición sine qua non ser mala, eso es claro. Sin embargo, en este caso particular, lo que menos se destaca es la narrativa, la acción, los ritmos de comedia. Parece ser que las decisiones han sido tomadas en una mesa chica por un grupo de directivos que lo que menos les ha importado es la idea más noble -y fundacional- que posee el cine: contar una historia. Aquí, ha pasado a segundo, tercer plano.
La cumbre de la estupidez y el tomar al espectador por tonto en esta película se encuentra cuando el personaje de Pablo Rago le dice al de Lanzani "hoy te convertís en héroe" cuando tiene que pasar por arriba de una bandada de palomas, a las cuales este último les tiene fobia. Emulando esta frase que se ha desgastado y banalizado de todas las formas posibles, la película saca a relucir lo más siniestro de la narrativa posible, que es venderte el álbum de figuritas mientras estás viendo el producto (¡que ni siquiera es bueno!).
Si hurgamos un poco más en la película tal vez se encuentren algunos pasajes un poco -siendo generoso- interesantes que surgen a partir de la mitad. Pero cuando la película parece tomar impulso, las actuaciones de Lanzani, Santiago Segura -que para hacer de malo da menos miedo que Lassie- y el español Hugo Silva frenan este comeback narrativo que proponía la película.
Sólo se vive una vez es lo que se espera de ella, lamentablemente. Una película totalmente prescindible, lo que pasa es que es esta vez, es argentina, y esta vez, se ha gastado demasiado dinero para hacer esto.