Sólo se vive una vez: Explosiones, Gérard Depardieu y Humor Religioso.
Grandes nombres, un gran trailer y las ganas de disfrutar de hora y media de acción y comedia son lo que nos lleva a darle una oportunidad a este homenaje argentino al exceso.
“¿No estaría bueno una película con mucha acción pero con humor y personalidad bien argenta?”
Una pregunta que muchos se habrán preguntado en alguna que otra ocasión, y finalmente Sólo se vive una vez llego para darnos un ejemplo de como una idea puede resultar decepcionantemente mal.
Durante los primeros 15 o 20 minutos la cinta amaga a funcionar. Hasta que las balas empiezan a volar nos encontramos seguramente con algo de intriga y alguna que otra sonrisa por lo menos. Incluso, una vez que Peter Lanzani empieza a correr, nos encontramos con una persecución que anticipa una película que va a terminar saciando todo lo que prometía, algo que finalmente no sucederá.
El film cuenta con varios miembros del reparto de carácter internacional, pero sin dudas que los dos perfiles más altos son los conocidísimos Santiago Segura y Gérard Depardieu. Los que darán casa al pobre fanático de la banda Kiss que interpreta Lanzani, cristiano religioso que encuentra en un pobre rabino la oportunidad de esconderse de sus potenciales asesinos.
Volver a su vieja vida no es una opción. Para cuando nuestro protagonista toma la decisión de quedarse dentro de una comunidad judía se inicia una eterna hora de película en donde no pasará nada entretenido. No sin antes igual regalarnos un buen (aunque estirado) diálogo entre Lanzani y Luis Brandoni. Ya terminado el intercambio la actriz española Arancha Martí acompañará a nuestro protagonista a su cuarto, y con el yo diría que el resto de ustedes podrían irse ya de la sala, no se perderían nada de valor.
El guion descansa en lo formulaico, los pocos personajes y actores que intentan entretener (por ejemplo Darío Lopilato y Hugo Silva) fallan estrepitosamente o ni siquiera logran despertar un pasajero sentimiento de suficiencia a través del esquelético estereotipo que les fue entregado.
Es evidente cuando un actor de la talla de Pablo Rago no logra dar ningún valor positivo a la pantalla que estamos ante algo increíblemente poderoso, con la capacidad de vaciar de entretenimiento hasta los miles de pesos que se queman en la paupérrima acción que tenemos ante nosotros.
Hace falta mucho más que tirarle billetes a una secuencia para que entretenga. La tensión no existe, los personajes no importan, la dirección no ayuda y el guion conspira contra cualquier intento de disfrutar de una acción de plástico.
Después de un prometedor arranque, Sólo se vive una vez se desinfla completamente. El final es incómodo porque busca poner a los personajes en una situación incomoda para lo que no fueron construidos, el centro de escena. Aún cuando uno no esperaba nada antes de entrar a la sala, el director Federico Cueva consiguió entregar menos que eso.
Solo repasando el inicio de la cinta es que puedo rasgar aspectos positivos, la realidad es que cuando uno deja la sala es imposible no hacerlo con dos palabras dando vueltas en la cabeza: “Que desastre…“.