Aquí sucede más o menos lo mismo que con “Baywatch”, aunque dado el contexto hay que reconocerle el mérito del desprejuicio: difícil rodar una comedia de acción verosímil en la Argentina. Los intérpretes, en general, entienden el juego para que esta historia permanezca en movimiento. Hay un estafador de poca monta que es testigo de un crimen y debe huir y refugiarse en un mundo que desconoce, mientras los villanos le siguen la pista. La base es hitchcockiana y hay espejos y cámaras. Pero lo que sigue recuerda un poco a cierta comedia de Louis de Funes de los 70, “Las aventuras de Rabbí Jacob”: el tipo perseguido que se refugia en una comunidad judía. Ese choque de mundos es el que provee la mayoría de los chistes y ahí la estructura se fatiga, amén de ciertas inverosimilitudes del guión que exceden lo “perdonable por el
género”. Como intento, bien. Hay que seguir probando.