Comedia de acción a la americana, pero muy argenta, pero con elenco internacional y el gigante Depardieu y Santiago Segura. Sólo se vive una vez es una película simpática y entretenida (en la primera parte) sobre la desventura de un chanta llamado Leo (Peter Lanzani), perseguido por una mafia después de quedarse con un contrato para la producción de un conservante de carne. Hay bastantes chistes sobre, y contra, la argentinidad, muchos de ellos eficaces, y es definitivamente gracioso ver a Depardieu, al que le basta con estar ahí, tomando mate, o a la comunidad judía que dirige el rabino interpretado por Luis Brandoni, desconcertada por el arribo de Leo, que encuentra como falso judío un refugio. Los problemas de Solo se vive una vez, quizá por la cantidad de gente que opinó en el guión y aportó en la producción, son de verosimilitud y puesta de la cantidad de situaciones a las que se ven expuestos estos personajes, apenas esbozados, que entran, salen, mueren o se enamoran sin desarrollo que lo haga creíble y por lo tanto nos involucre un poco. Los diálogos, en torno de un personaje de chanta callejero, se escuchan escritos, poco naturales, muy lejos de la fluidez con la que una película como Nueve Reinas atrapaba esa coloquialidad. Como comedia de acción, además, tiene un ritmo errático, que termina por decaer cuando debiera atrapar y subir, y muchas de las situaciones de acción -peleas, persecuciones con coches que estallan- se ven forzadas y torpes. Si la película se ve con una sonrisa es gracias al buen trabajo de sus actores, incluída la poco aprovechada, por breve, participación de Eugenia "China" Suárez. Un elenco carismático, dispuesto a sacarle jugo a los papeles más chicos, que parece disfrutar de lo que está haciendo -ciertamente, un género con pocas oportunidades en el cine argentino- y transmite esa diversión aún por encima de las limitaciones anteriores. Con un protagonista que ya ha probado su capacidad como actor versátil: el ex Teen Angel puede hacer catorce personajes de Ibsen en el Cultural San Martín, el atribulado Alejandro Puccio o este delincuente de buen corazón con vitalidad y talento.