Se podría catalogar a Solo se vive una vez como la Comodines (1997) de esta época pero con la gran diferencia que este estreno posee criterio cinematográfico en comparativa de aquel éxito noventoso.
Ver autos explotar en la Avenida Figueroa Alcorta, cantidad y cantidad de tiroteos, saltos y muchas piñas, es motivo de festejo. Que el cine argentino pueda contar con una producción de este calibre es signo inequívoco de que cada día crece más.
Aquí lo vemos en el extremo del género: una comedia de acción donde no se escatimó en nada.
Pese a ser su ópera prima, el director Federico Cueva cuenta con una larga trayectoria en efectos especiales y escenas de acción, y aquí hace alarde de su conocimiento a través de una propuesta divertida que no pretende ser más que eso.
Y ahí es donde radica el todo de esta propuesta y su manera de verla/analizarla. Porque lo justo es que escape a análisis académicos porque es entretenimiento puro y duro, orquestado para cierto sector de consumo.
Con esa mirada se realza el elenco de lujo en todo sentido. Por un lado Peter Lanzani, quien ya había demostrado ser un señor actor pero que aquí se consagra como algo que no tenemos: un héroe de acción.
Loas para Darío Lopilato, quien sigue demostrando que la comedia es lo suyo, más al lado de un verdadero maestro tal como Luis Brandoni.
Por su parte Pablo Rago en un papel genial y probando una vez más que siempre suma en cualquier tipo de película.
Muy bien el cameo de Eugenia “La china” Suarez (por más que el póster aparente papel más grande), porque deja casi borrada a Arancha Martí, no por mal actriz sino por estar forzada en un acento argentino que no le salió bien.
Y luego el gran despliegue internacional comenzando por Gérard Depardieu, quien se roba todas sus escenas. Un verdadero placer ver una bestia de tal magnitud en nuestro cine.
Santiago Segura vuelve a reincidir y ya nos estamos acostumbrando a verlo (una buena costumbre), y aquí acompañado por sus compatriotas Hugo Silva y Carlos Areces. Uno mejor que el otro.
La película pasa muy raído y se disfruta. Hay escenas de mucha carcajada.
En definitiva, Solo se vive una vez es un derroche actoral puesto en función de una historia divertida para ser disfrutada por cualquier tipo de espectador en cualquier lugar del mundo, cuyo gran fuerte es su magnífica puesta en escena.
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