Por amor, cualquier escape es posible
Russell Crowe encarna a un simple profesor de literatura que termina planeando la fuga de su esposa de un penal de máxima seguridad. Más allá de la inverosimilitud del asunto, el film se salva gracias a una dosis de suspenso que aparece en los últimos 45 minutos.
¿Es posible que un manso y tranquilo profesor de literatura de colegio secundario se convierta, casi de la noche a la mañana, en un experto capaz de organizar una fuga del penal de máxima seguridad de Pittsburgh? ¿Por qué no? Al fin y al cabo, se trata de un acto de amor y Hollywood todo lo puede. Y lo que no, lo inventa. Más si el profesor de letras es Russell Gladiator Crowe.
El asunto es así. Una noche, Lara Brennan (Elizabeth Banks) llega tarde y desencajada a una cena en un restaurante. Su marido, John (Crowe en su faceta perro San Bernardo), la quiere y por lo tanto la contiene y la calma. Pero eso no impide que Lara se agarre de las mechas con la pareja de amigos con quienes habían quedado en cenar. Sucede que Lara viene de pelearse mal con su jefa. Que esa mujer aparezca asesinada esa misma noche y que en el impermeable de Lara se encuentren restos de sangre de la occisa no hacen sino convertirla en la culpable perfecta. El único que confía en su inocencia es, por supuesto, John, que sabe que la madre de su hijo nunca podría haber hecho tal cosa. Y está dispuesto a todo por volver a unir a su familia.
Remake de un film francés titulado Pour elle, que en Argentina nunca llegó a estrenarse, Sólo 3 días es una película rara para el guionista y director Paul Haggis, cuyas ambiciones suelen picar más alto, aunque sus resultados no estén necesariamente a la altura de esas ambiciones. Guionista de Million Dollar Baby, entre otras películas de Clint Eastwood, Haggis saltó a la fama con el rosario de Oscar que cosechó como director de Vidas cruzadas (2004), uno de esos films corales en donde al final todos los personajes se redimen de sus pecados. Y en La conspiración (2007), su segundo esfuerzo como director, se animó incluso a rezar una suerte de responso por los veteranos de la guerra de Irak.
Allí también había un padre decidido a todo, en este caso por llegar al fondo de la misteriosa desaparición de su hijo. Pero la diferencia con la nueva película de Haggis era que allí Tommy Lee Jones tenía experiencia previa: había sido miembro de la policía militar. Ahora el personaje de Crowe juega con la desventaja de que debe aprenderlo todo desde cero, desde el Código Penal y las leyes del Estado (mientras cree que puede salvar a Lara a través de la Justicia) hasta el último truco de cómo escapar de una prisión aparentemente inexpugnable.
Claro que para eso hoy en día está Internet. Cuando no le está dando de comer a su hijo o preparando sus clases de la mañana siguiente, el pobre John se la pasa online, sumergido en la red de redes, donde encuentra todo lo necesario para llevar a cabo su plan. Empezando por el autor de un libro (Liam Neeson), ex presidiario y escapista experto, que en una fugaz charla de bar no duda en tirarle un par de ágiles tips para que John tenga en cuenta a la hora de llevar a cabo su aventura.
Es difícil abstraerse de la inverosimilitud absoluta del planteo, pero en caso de que el espectador llegue a hacerlo puede llegar a disfrutar acríticamente de los últimos 45 minutos de película, cuando John todavía no ha terminado de perfeccionar su plan y descubre que tiene que implementarlo cuanto antes, porque en apenas tres días (a los que alude el título del film), Lara será trasladada a otro presidio.
Allí aparece una dosis moderada de suspenso (convencional, pero suspenso al fin): persecuciones a toda carrera en auto, en subte, a pie, pero sobre todo un contrincante a la medida del protagonista, un detective negro que parece el peor perro de presa posible, interpretado por uno de esos secundarios ignotos (Lennie James, vigésimo quinto en el reparto), cuya sola presencia alcanza a darle a la película un espesor impensado.