Imagen de un alma sensible
Un hombre solo se vuelve invisible cuando asume que forma parte de una minoría. George, un profesor de literatura, siente un dolor lacerante al despertar, ante el peso del nuevo día. Combate la imagen del espejo con gran fuerza de voluntad y un apego al pasado que lo aísla de los estímulos del presente.
Colin Firth crea su personaje con la ductilidad de un intérprete formidable. Inglés, solo, romántico, gay, George ha perdido a su pareja, Jim, dato que se sabe desde el comienzo de Sólo un hombre (traducción de A single man). La ópera prima de Tom Ford está basada en la novela Christopher Isherwood. El famoso diseñador de moda asume la historia desde el punto de vista de George y va generando atmósferas de gran belleza plástica.
La película gira en torno a la imposibilidad del duelo. Ocho meses después de la muerte de Jim, su compañero carga con cada recuerdo y se muestra incapaz de vislumbrar el futuro.
En este sentido, Sólo un hombre es una película de amor, contada con los recursos del melodrama.
“Soy y ahora” se dice George para darse valor por la mañana. “Volverse” George implica cumplir meticulosamente con cada paso para recién salir al mundo. Pasos que la cámara recorta del todo, modalidad que se vuelve un ejercicio de estilo constante.
Firth carga con la angustia del personaje sin gesticular. El actor transmite la desesperación del profesor en el contexto de Los Ángeles, en 1963. La película reconstruye la época en el campus y el barrio de clase media. George huele el miedo en el ambiente. Todos temen los misiles de Cuba. El profesor revela sus pensamientos en una clase, en un gesto inusual, ante el “estupor bovino” de los estudiantes. El monólogo de Firth, en esa suerte de ensoñación en la que vive el personaje, es conmovedor. La cámara lo acompaña con primerísimos planos, exponiéndolo a las miradas que padece el profesor.
El monólogo de George es revelador. Habla del miedo que siente la mayoría ante las minorías. El alegato queda en el aire y sólo un alumno comprende el sentido.
El progresivo derrumbe emocional del personaje; la actuación de la fabulosa Julianne Moore; el aire a la película Las horas, por Moore y la música; los colores que tamizan las imágenes del presente, envejecido, y el pasado en cepia, dan marco al tema de la homosexualidad y acompañan la confesión sutil de un hombre que se siente invisible.