Morir de amor
Tom Ford es uno de los diseñadores de moda más relevantes de la última década, triunfando en reconocidas casas como Gucci o Yves Saint Laurent. No contento con su éxito y en busca de completar sus inquietudes artísticas, decidió fundar su propia compañía cinematográfica. En su ópera prima, Sólo un hombre (A Single Man, 2009), se nota una clara influencia de sus orígenes en la construcción estética, algo que por momentos le juega en contra a una historia melodramática, banalizada por el uso de excesivos recursos plásticos.
George Falconer (Colin Firth) es un hombre gay de mediana edad que entra en una profunda depresión tras la muerte de su pareja. Entre ataques suicidas, amigas fracasadas (Julianne Moore), estudiantes desvergonzados (Nicholas Hoult) y crisis existenciales que lo llevarán al aislamiento, George intentará darle un sentido a lo que queda de su vida o dejarse morir (de amor).
Desde los títulos iniciales vemos un cuerpo desnudo moviéndose en el agua como un feto buceando en el líquido amniótico. Simbólicamente esta escena reflejaría la vida, aunque contrariamente nos va a conducir hacia la muerte. En la escena siguiente se verá un auto accidentado con un cuerpo muerto al costado del camino en una tarde nevada. Tom Ford quiso reflejar a partir de ambas escena el comienzo de algo nuevo desde lo que ya no va está. El agua será un elemento que, de manera constante, se utilizará como desencadenante de situaciones dentro de la historia. El agua de mar, el agua de lluvia, el agua de la ducha, siempre el agua como categorizante del cambio.
El film está construido a partir de una serie de metáforas y simbolismos, muchas veces innnecesarios, que solo sirven para endulzar una escena sin ningún tipo de fundamentación dentro de la historia. Virajes de color, abusos de planos detalles, excesivo cuidado del vestuario –por momentos irreal- , sumados a una actuación desmedida y cliché por parte del protagonista logran un film desparejo y anacrónico.
La crisis de un hombre que no puede aceptar la muerte, en medio de una época en la que la homosexualidad no estaba de moda, se ve reflejada en una historia melodramática que hace agua como ese elemento que durante el film Tom Ford no se cansa de resaltar. Sólo una película más.