La Hija Rebelde
Fue en 2005 en Berlín que Hatun «Aynur» Sürücü fue asesinada en plena calle a pocos metros de su casa.
Era madre soltera, tenía apenas 23 años, y fue su hermano menor quien finalmente confesó ser el responsable del femicidio, alegando haberlo hecho para restaurar el honor de su familia.
En un formato que hace equilibrio entre la biopic y el documental, Solo una Mujer narra en primera persona desde la voz de Aynur (Almila Bagriacik) los años previos a su muerte, desde que se casó a los 16 con un primo en Turquía siguiendo las órdenes de su familia.
Apenas un año después, estando embarazada, ella huyó de los abusos de su marido y se instaló de regreso con su numerosa y tradicional familia en Berlín. Con poca gente de su lado incluso dentro de su propio hogar, Aynur eventualmente intentó construir un futuro independiente para ella y su hijo, ganándose el progresivo desprecio de su comunidad por abandonar algunas de sus costumbres más reaccionarias.
Se desconocen algunos de los detalles, pero poco a poco se va reconstruyendo la vida de esta joven de 23 años que decidió que la vida que su familia había decidido para ella no era la que quería tener, pero que tampoco podía odiarlos o alejarse de ellos. A pesar de las amenazas y de los maltratos de los que fue víctima durante años, Aynur nunca sospechó que alejarse de las tradiciones kurdas y musulmanas de su familia podrían llegar a materializarse en un crimen por el que sería condenado su hermano menor, pero del que todo el resto también fue cómplice.
En general no tiene sentido buscar el suspenso ni la intriga cuando se narra un caso real y reciente, por lo que Solo una Mujer se saca ese peso de encima revelando inmediatamente de lo que va a hablar y cómo termina, porque lo que importa es el cómo se llegó hasta ese punto.
La voz en off de la protagonista relata en primera persona los puntos más relevantes de sus últimos años, rememorando y analizando los puntos de quiebre a los que en su momento nadie prestó la atención que merecían y que eventualmente desembocaron en su asesinato.
Con un estilo ficcional pero al borde del documental, alternando con algunas fotos fijas y hasta material en video de la Aynur real, el resultado es un producto de estética bastante televisiva pero con algunas pretensiones en lo visual. Se concentra más que nada en desarrollar a sus personajes principales, dándole cuerpo a una historia tan dura como interesante de ver, la que se convirtió en un emblema de algo que no fue un caso aislado: los «asesinatos de honor» ocurrieron antes y ocurren aún, pero recién comienzan a llamar la atención de este lado del mundo cuando suceden en sociedades occidentales donde se los considera un delito castigable por la ley.