Nada es lo que parece
Manuel (Patricio Ramos) está solo en su casa inmerso en el mundo de chat. Allí conoce a Julio (Mario Verón), con quien -más allá de sus reparos iniciales- combina un encuentro. Encuentro que sale de maravillas, con ambos atraídos mutuamente y teniendo sexo. Con el correr de la noche, cada uno deja aflorar sus secretos e intimidades. Así nos enteramos de que Manuel viene de una conflictiva relación con un hombre varios años mayor (Carlos Echevarría, el profesor de gimnasia atribulado de Ausente, de Marco Berger), y de que Julio es un ser solitario y angustiado. O al menos eso aparenta.
Solo, de Marcelo Briem Stamm, se presenta como un thriller psicológico con bastante de lo primero pero poco de lo segundo ¿Por qué? Porque, si bien sus mecanismos narrativos demarcan la construcción de un rompecabezas, hay un aire generalizado de simplismo en la definición de ambos personajes que deja en primer plano las intenciones del film. Así, la dupla se mueve por los carriles previsibles del escamoteo de sus verdaderos propósitos hasta llegar a unos últimos veinte minutos en los que se desata una serie de vueltas de tuercas que pondrán todo en su lugar, evidenciando que las apariencias, al menos por esta vez, volvieron a engañar.